En el club Alhama-Ippon se prioriza el desarrollo personal sobre la presión de los torneos.
No todos los niños quieren competir, y eso está bien. Cada menor crece y madura a su propio ritmo, tanto física como emocionalmente, y no todos están preparados para afrontar la presión que implica un torneo. Desde el Club de Karate Alhama-Ippon recuerdan que competir no es el único camino posible dentro del deporte, y que valores como la disciplina, el respeto o la constancia pueden desarrollarse igual —o incluso mejor— sin necesidad de subir a un podio.
«Muchos padres creen que si su hijo no compite, no progresa. Pero eso no es cierto», explican desde la dirección del club. «En algunos casos, presionar demasiado puede ser incluso contraproducente. La ansiedad o el miedo al fracaso pueden provocar un rechazo duradero al deporte». De hecho, distintos estudios señalan que una de las principales causas por las que los niños abandonan la práctica deportiva es precisamente esa presión excesiva por parte del entorno adulto.
Uno de los errores más comunes es proyectar en los hijos expectativas que no les corresponden. A veces, sin mala intención, los adultos tratan de que sus hijos logren lo que ellos no pudieron, sin tener en cuenta si eso es realmente lo que el menor desea. Como resultado, muchos niños se sienten obligados a rendir para satisfacer el deseo de sus padres, cuando lo ideal sería que el deporte fuera para ellos un espacio de aprendizaje, diversión y superación personal.
Aprender del error, no temerlo
En el club Alhama-Ippon se han propuesto cambiar esa lógica competitiva por otra más formativa. En sus actividades, incluso aquellas con formato de torneo, todos los alumnos reciben un reconocimiento, pero con un enfoque diferente: «Los premios los entregan los propios compañeros, valorando el esfuerzo, la actitud, la técnica… No se trata de quién gana más combates, sino de aprender de los errores, tanto propios como ajenos», explican los responsables del club.
De este modo, los niños no solo evitan el estrés de la derrota, sino que desarrollan empatía, capacidad de análisis y sentido de la justicia. «El momento de enfrentarse a una derrota real llegará, pero lo importante es que les pille preparados mentalmente. Y eso se entrena, igual que una patada o un kata», subrayan desde Alhama-Ippon.
El karate como herramienta educativa
El karate, como arte marcial tradicional, ofrece una estructura especialmente adecuada para esta filosofía. A través de sus enseñanzas, los practicantes aprenden a conocerse a sí mismos, a respetar a los demás, a asumir retos y a gestionar emociones. La competición puede formar parte del proceso, pero no es el objetivo central.
Desde Alhama-Ippon insisten en que lo esencial es crear un ambiente en el que cada niño y niña se sienta seguro, valorado y motivado. «No todos llegarán a ser campeones, pero todos pueden llegar a ser mejores personas a través del karate. Eso es lo que nos importa», concluyen.
El club mantiene sus puertas abiertas a todas las familias que quieran acercarse, conocer su método de trabajo y comprobar cómo el deporte puede ser una herramienta de crecimiento integral, sin presiones y al ritmo que cada niño necesita.
La concejalía de Deportes colabora con el karate alhameño.