Cuando se aprende por contagio



Los alumnos de las escuelas rurales logran mejores resultados que en la ciudad.


Imagen: Antonio Bustos, director del colegio de Santa Cruz del Comercio.

Con este titular publica el dia EL PAÍS del 26/02/2009 un reportaje sobre el tema educativo, en el que hace protagonista al director del colegio público de Santa Cruz del Comercio, Antonio Bustos, que también ha sido protagonista en nuestras páginas en otros artículos y entrevistas. Lo que lamentamos de este artículo es que se enclave a Santa Cruz en la comarca del Poniente.

Artículo publicado en EL PAÍS el 26/02/2009

La tradicionalmente considerada parienta pobre en la educación, la escuela rural, tiene un potencial básico: sus alumnos obtienen generalmente mejores resultados académicos en Primaria que los del urbano y los comportamientos agresivos son menos frecuentes que en el resto de centros. Así ocurre en toda Andalucía, que cuenta con más de 15.600 alumnos repartidos en los 126 colegios públicos rurales. La ratio y el "aprendizaje contagiado" son algunas de las razones del éxito educativo de este tipo de centros ubicados en el medio rural.

Lo ha demostrado en una investigación realizada por Antonio Bustos, director del colegio público de infantil y primaria Juan Ramón Jiménez del municipio Santa Cruz del Comercio (Granada), una población de unos 500 habitantes situada en la comarca del Poniente. El centro es una escuela graduada incompleta, ya que no tuvo posibilidad geográfica de agruparse cuando se formaron los colegios rurales. Pero comparte con estos muchas características.

En las cuatro aulas con las que cuenta este centro granadino conviven alumnos que cursan Infantil y Primaria. Al menos dos cursos diferentes reciben clases conjuntas (multigraduación) lo que propicia que el alumno de menor edad esté adelantando lo de años posteriores y que los mayores afiancen el conocimiento adquirido con anterioridad. A eso se denomina aprendizaje contagiado por "impregnación mutua", indica Bustos.

La otra característica de esta enseñanza es la ratio. Mientras que en los centros urbanos la media está en 21,6 alumnos por clase, en la escuela rural se rebaja a la mitad, 10,5 alumnos, que prácticamente forman un grupo más parecido a clases particulares. "Permite al docente dedicar más tiempo al alumnado y casi de forma individualizada", añade Bustos.

La tesis de este experto, que ha obtenido uno de los premios nacionales de Investigación e Innovación Educativa que convoca el Ministerio de Educación, Política Social y Deporte, acaba así con "ciertos mitos" existentes respecto a estas escuelas en las que se instaló hace tiempo un "complejo de inferioridad" que es preciso revisar, aclara este docente, más si cabe en un momento como el actual donde se debate sobre la calidad de la educación en la comunidad andaluza. Con su trabajo, que desarrolló durante tres años en escuelas rurales de toda Andalucía y un estudio en profundidad en un colegio rural, ha confirmado también que el comportamiento de estos alumnos es mejor.

"El número reducido de escolares y el conocimiento más directo de las familias propician que los posibles problemas de disciplina o convivencia queden rápidamente zanjados", asegura este investigador. Los protocolos para este tipo de casos quedan prácticamente en desuso en la escuela rural.

El alumnado por tanto se ve compensado en núcleos geográficos desfavorecidos y de cierto aislamiento por las condiciones y estímulos que ofrece la propia escuela. El estudio, el primero en profundidad que se realiza sobre la materia en toda España, ha sido dirigido por los catedráticos de la Universidad de Granada Juan Bautista Martínez y Manuel Lorenzo.

Problemas docentes

En los colegios rurales no todo son beneficios, según resalta el investigador y docente Antonio Bustos. El problema principal reside en la falta de formación de profesorado.

"Resulta paradójico que no se hagan prácticas de enseñanza en colegios rurales ya que para una cuarta parte de los docentes es su primer destino", manifiesta Bustos. En su opinión, las prácticas están descontextualizadas ya que se realizan en centros urbanos a los que se llega en la última etapa profesional de cada profesor.

Esa escasa formación, que consideran mala o muy mala la mitad de los maestros, produce "ansiedad y desconcierto" en el profesorado cuando se enfrenta por primera vez a la multigraduación porque no tiene, de primeras, "instrumentos didácticos suficientes" para afrontar que en una misma clase haya alumnos de varios cursos diferentes. Hay aulas con alumnos desde cuatro a 12 años y eso dificulta el trabajo. Sin embargo, Bustos indica que progresivamente se van reduciendo los condicionantes negativos y aumentan los positivos.

El movimiento de interinos que soportan estos centros obedece a la distancia del lugar de residencia habitual de los docentes, eso los hace "poco golosos", ya que tanto las relaciones con el alumnado, como con el resto de profesorado y padres son de mayor calidad, según el estudio. Hay un mayor nivel de individualización de las actividades, más flexibilidad en los horarios y mayor relación del aprendizaje con la vida externa al centro.

Antonio Bustos lleva ocho años trabajando en Santa Cruz del Comercio como docente. Como él, Cali Mata, maestra de Primaria, apostó por la docencia en la escuela rural. Da clase a 14 niños de cinco y seis años. "Es una forma de trabajar diferente pero cuando sabes la dinámica es muy gratificante", explica. Es su quinto año en el colegio Juan Ramón Jiménez. Los escolares también están encantados y no supone para ellos problema alguno compartir aula con compañeros de distinta edad. "Son buenos", zanja.

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