La supuesta superioridad moral de la izquierda

La otra mirada


De vez en cuando leo, aquí y allá, esa crítica de gente conservadora: La izquierda se cree moralmente superior.

 Naturalmente no voy a hablar de toda la izquierda, lo cual sería por mi parte pecado de soberbia (observe el agudo y atento lector que he usado el término “pecado”), no soy, evidentemente, conocedor de las razones morales que motivan las acciones de “toda la izquierda”. Mucho mejor conozco mis motivaciones éticas y morales para ser de izquierdas, votar a las izquierdas y contribuir, dentro de mis modestas posibilidades, a difundir ideas de ese cariz.

 Básicamente mi educación dentro del Nacional catolicismo, que me hizo, después, creo que ya lo he contado, estudiar el cristianismo, especialmente los Evangelios y, ya puestos, el judaísmo y el islam. Es decir que creo que el cristianismo, expuesto en “vida y misterios de Jesús de Nazaret “de José Luis Martín Descalzo, es una buena ética para ir por el mundo. Y ni siquiera es necesario ser creyente: “Cristo ha hablado de una sociedad en la que decidan los pobres, los débiles y los excluidos. Para obtener igualdad y libertad debemos ayudar al pueblo, a los pobres con fe en Dios o sin ella, y no a los demagogos o a los barrabás”, añade. “Es el Papa Francisco el que así habla en una entrevista a un diario italiano. “Con fe en Dios o sin ella”.

Pero, además, para afinar aún más la moralidad de mis decisiones apelo al Imperativo Categórico Kantiano, que todos los estudiantes de Filosofía de lo que fue el BUP conocimos. Su elegante sencillez lo hace especialmente útil a la hora de solventar conflictos morales: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal”. Es decir, actúa de ta forma que lo que tu hagas se pueda convertir en ley universal.
 ¿Que pasaría si todo el mundo tuviese que pagar por la asistencia sanitaria, como sucede en los Estados Unidos? Que una gran parte, una enormísima parte de la población no podría pagar la asistencia con lo cual se vería privada de ella. Si usted cree que eso debe ser “una legislación universal”, adelante con ello, sin problemas. Para mi esa universalización de la inasistencia sanitaria es algo absolutamente impensable. Lo mismo pasa con la pregunta ¿Deseo yo que las personas con dependencia vean recortadas sus ayudas y prestaciones? Si usted es votante del señor Moreno Bonilla, evidentemente sí que lo desea. Yo, considero que universalizar la desprotección a los que más la necesitan es un crimen, en su segunda acepción, acción muy mala y censurable.

 De igual modo creo que, como la vida es injusta de por sí, unos nacen con todos los privilegios desde la cuna, mientras otros nacen con todo en contra, es deber de la sociedad, un deber moral. hacer todo lo posible para que todos los nacidos con independencia de su sexo, raza, lugar de origen, ideología o religión puedan vivir una vida digna y tengan la posibilidad de desarrollar todas sus potencialidades, es decir de poder llegar a ser y hacer todo lo que le sea posible por naturaleza. Y para ello es necesaria un tipo de sociedad en la que prime la justicia por encima de la caridad, en la cual la sanidad, educación y razonable nivel de vida estén garantizados por el Estado, que según la RAE es “Comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades”. Es decir, que somos todos.

Como todas estas cuestiones que yo desde mi moral kantiana y cristiana tengo claras, se contemplan y aplican por partidos de izquierdas con mayor frecuencia que por los de derechas, que más bien tienden a restringirlas. Lo tengo perfectamente claro.
 Precisamente, a la pregunta ¿Deseo yo que todo el mundo independientemente de su origen social pueda prestar su colaboración voluntaria a las necesidades de trabajo de su comunidad? La respuesta es que sí, que deseo que todo el mundo tenga la posibilidad de contribuir voluntariamente con su trabajo a las necesidades de su comunidad. Lo de que sean sólo algunos los que se vean obligados por necesidad a ese trabajo no satisface mi moral, No se puede hacer de la necesidad de alguna ley moral para que otros los exploten. Que ocurra de hecho no debería ser motivo para que tenga que ser de derecho.

 Por tanto, y pese a que no todos los políticos de izquierdas sean de mi gusto, evidentemente, lo que si es cierto es que no conozco a ninguno de derechas que satisfaga mis aspiraciones morales de mejorar un mundo y una sociedad manifiestamente mejorable. Así de simple.