Qué lejos quedan los juegos callejeros, la bolsa de canicas y el último tebeo que hay poco conseguí.
Qué lejos quedan
Qué lejos quedan los días de la infancia; los cuentos junto al fuego en veladas sin fin. Un manojo de esparto, las agujas del punto y niños que no quieren nunca irse a dormir.
Qué lejos quedan los juegos callejeros, la bolsa de canicas y el último tebeo que hay poco conseguí. Y la escuela diaria de mañanas y tardes, pupitres y tinteros, pizarra y pizarrín.
Qué lejos quedan las sabrosas meriendas con el hoyo de aceite, mientras tomaba el sol. Los corros de vecinos en medio de la calle en noches de verano huyendo del calor. Los baños en el río, las parvas en las eras, los cántaros de agua al apuntar el sol.
Qué lejos quedan los días de la infancia; qué cerca los recuerdos, qué honda la nostalgia. Qué lejos quedan los días de la infancia; y el sentirse feliz… con casi, casi nada.