En los 50 años de la llegada de Andrés García Maldonado a Málaga

Personajes



Se cumplen este 27 de abril, y, como Andrés recuerda “Fui recibido, en la entonces parada de la Alsina, por mis amigos y paisanos Antonio y Miguel Ramos Espejo, los que tuvieron la amabilidad de llevarme las dos pesadísimas maletas que traía, más repletas de libros que de ropa”.


Andrés, con 18 años, en su primera intervención pública en el ayuntamiento de Alhama de Granada, disertando sobre 'Alhama histórica' (expuesta de memoria), el sábado 25 de febrero de 1967

 Se cumple el cincuentenario de la salida del periódico “Sol de España”, primero en Marbella y después en Málaga. El que, y gracias a José Luis de Mena, llevaría a Andrés García Maldonado a vincularse de por vida con Málaga, sin desvincularse jamás de su Alhama natal y querida. Con tal motivo, en el transcurso esta semana, serán distintos los actos que se celebrarán y en los que, sin lugar a dudas, como decano de esta hermosa historia periodística, nuestro paisano va a volver a tener su justo y bien ganado protagonismo ofrecido por amigos, compañeros y malagueños en general.

 Concretamente, pronunciará una lección especialmente invitado por la Cátedra de Historia del Periodismo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga, también tendrá lugar una acto conmemorativo, con especial intervención de Andrés, en la misma Asociación de la Prensa-Colegio de Periodistas de Málaga, lo que tantos años ha presidido y ha hecho posible, tras que hace tantos años llegara a la Capital de la Costa del Sol como un redactor más, alcanzando la máxima cumbre de la representación de los periodistas y las entidades que los agrupan en Málaga y en toda Andalucía desde hacía casi un siglo.

 Así, para aproximarnos a toda esta emotiva historia de nuestro paisano, siempre de alguna forma relacionada con Alhama y su comarca, oportuno es reproducir el artículo que Rafael de Loma, quien fue uno de sus directores, incluyó en su magnífico libro “La aventura del Sol”, en 2011, y que Andrés tituló: “Sol”, el mejor puente de mi vida”.

 También, en estos primeros años de “Sol de España”, demostrando ya su calidad de excelente periodística, participó nuestro paisano Antonio Ramos Espejo. Hablaremos de ellos oportunamente, ahora nos limitamos a las noticias que se van produciendo con ocasión del 50 Aniversario del indicado periódico y, más concretamente, de la llegada de Andrés a Málaga.



“SOL”, EL MEJOR PUENTE DE MI VIDA
Por Andrés García Maldonado

 Tras varios años de colaborar con cierta regularidad con mi querido “Ideal” de Granada, mi ilusión era entrar en la redacción del mismo. Sueño que inmediatamente no podía hacerse realidad. Una redacción bien completa y los aspirantes a la misma que me precedían lo hacían imposible. Mi inolvidable amigo José Luis de Mena, que también aspiraba a lo mismo, quien ya se encontraba en “Sol de España” antes de que este viese su primera luz, me propuso iniciarme profesionalmente en el periódico que, en aquellos días de la Semana Santa de 1967, se preparaba para salir de un día a otro, desde Marbella.

 No lo dude ni un solo instante. Agradeciendo la oportunidad que me ofrecía, lo que jamás dejaré de agradecer, vine a Marbella, el mismo lunes de Pasión, y superando la leve prueba que se me hizo, me indicaron que me incorporación sería en la redacción de Málaga, inmediatamente saliese el diario. Lo que tuvo lugar el 27 de abril, llegando yo a Málaga el Día de la Cruz de 1967, fiesta grande y popular en Granada. Fui recibido, en la entonces parada de la Alsina, por mis amigos y paisanos Antonio y Miguel Ramos Espejo, los que tuvieron la amabilidad de llevarme las dos pesadísimas maletas que traía, más repletas de libros que de ropa.


Andrés, de reportero para su periódico en los primeros años de actividad periodística

 “Sol de España” tenía su redacción-delegación en la capital en calle Liborio García 9, primera planta, oficina del fondo del largo pasillo, de la que venía a ser redactor-jefe el bueno de José Luis de Mena, al que encontré, a eso de las doce del mediodía, martilleando las teclas de una Underwood con la fuerza y rapidez que le caracterizaba y por lo que, cariñosamente, le decíamos el “pare folios”. Inolvidables el vigoroso sonido de la maquina y aquellos folios de papel de las mismas bobinas del periódico.

 Comenzó aquel mismo día mi actividad periodística, acompañando a José Luis a cubrir una convocatoria de prensa, en Torremolinos, entonces parte del municipio de Málaga, sorprendiéndome, por supuesto, muy gratamente, eso de que diesen una copa con novedosos aperitivos (todavía para mi tapeo) tras la rueda de prensa a la que asistimos y en la que, como casi siempre, José Luis fue de los que más preguntó.

 Al día siguiente, se me encomendaba lo que sería mi función: cubrir la información diaria y cotidiana de “los organismos oficiales”, Gobierno civil, Ayuntamiento, Diputación Provincial y, cuando ello lo requiriese, las delegaciones provinciales de los ministerios, así como de aquellos otros organismos y representaciones que correspondiese.



 La delegación en Málaga del periódico, en aquellos primeros momentos, estaba integrada por José Luis, como delegado, que lógicamente también atendía a esos mismos organismos cuando el acto así lo requería; Paco Cañete, dedicado a deportes o, mejor dicho, casi como ahora en cualquier medio de comunicación, al fútbol y, más concretamente, al C.D. Málaga, lo que hacía reflejando en sus informaciones la personalidad que le distinguía también en esta tarea, con calidad de periodista de raza, que tantos lectores conseguía para el periódico; Francisco Carmona Cruz, como administrador de la misma; José Luis Sanz, un auxiliar para todo, y yo, que además de las funciones dichas, me encargué de que no se me escapara la sección de cultura, por supuesto, incluyendo la página de libros y la crítica de cine. Aquello me posibilitó ir aumentando considerable mi biblioteca personal y poder ir al cine casi a diario y, los sábados y domingos que me quedaba en Málaga, hasta a cuatro proyecciones distintas por día, sin olvidar las representaciones teatrales y actuaciones musicales y artísticas que por aquí pasaban.

 Esos, primeros años fueron fundamentales para mi formación como periodista y, más aún, para mi porvenir personal. A los catorce días de estar aquí, el 17 de mayo, dando un paseo por el puerto, jamás lo he olvidado, superada mi primera añoranza de Granada, a la vez que miraba a la Alcazaba y oía el silbar de un barco, mi decisión fue clara y definitiva: “Yo me quedo en Málaga”. Málaga era una ciudad muy abierta, como siempre, sumamente acogedora y agradable para vivir y, por si fuese poco, mis compañeros de la “Pensión López” en la malagueña calle “Andrés Pérez”, todos excelentes, conservando entre mis mejores amigos a mis entonces compañeros de pensión Pepe Muñoz Pérez y Manolo García Cantarero.

 Pronto, mi paisano y buen amigo desde mis primeros años de la juventud, Antonio Ramos Espejo, se incorporó para escribir a diario una página de “Torremolinos”, todo un éxito que, además, hizo que se ganase por entero para el Periodismo, donde viene destacando a niveles regional y nacional. También se incorporarían a la redacción de Málaga Antonio Cañete, que compaginaba esto con su trabajo de locutor en la entonces Radio Peninsular, después Radio Nacional, y Carlos Bazochi, periodista muy sensible, con una delicada salud, que no muchos años después le hizo marcharse de este mundo con menos de cuarenta años.



 Como primer redactor gráfico, para Málaga, contamos con Eugenio Griñán que, con su “Vespa” se movía con agilidad y rapidez en el bien realizar y entrega de las fotografías que se le encomendaban, pagándosele por fotografía que se publicaba. Como, trascurridos unos meses, haría, pero ya con carácter de fijo en plantilla, el aragonés en nobleza baturra Enrique Rincón, tan intrépido en su tarea como quien, poco después, fue encargaba de los sucesos, el inolvidable Domingo Álvarez Aristu, como buen cronista de sucesos -entre nosotros le llamábamos cariñosamente “El buitre”-, persistente en seguir y conseguir hasta lo más morboso de los más dramáticos y desagradables sucesos, quien sucedía en esta tarea a Antonio Grondona, el que una tarde me llamó desde el Hospital Noble para dictarme la última noticia que tenía para sucesos: su propio y grave atropello por una moto.

 Pocos meses después José Luis de Mena, consiguió suceder a Ángel Conejo, el conocido por “El bueno” en el Ayuntamiento de Málaga, en la redacción de “Ideal” en Málaga, periódico realmente regional que consiguió en pueblos malagueños, como Antequera, por ejemplo, tener una venta de hasta 700 ejemplares, mientras que los diarios de la provincia, todos juntos, no llegaban a cien, así como la venta de casi dos mil periódicos cada día en la capital malagueña, con una magnífica redacción en calle Trinidad Grund. Así, resultaba que cuando uno u otro terminaba su tarea diaria se iba a la otra redacción. Comentábamos las noticias que eran conocidas por todos y nos reservábamos lo que considerábamos que podía ser o tener cierta importancia de “exclusiva”. Eso sí, desde el doble balcón de nuestra “redacción”, que daba a la entonces calle más concurrida de personas, ya peatonal, como era calle Nueva, se veía y apreciaban magníficamente, especialmente en verano, las cualidades de guapas mujeres que acudían a los establecimientos comerciales de la misma.

 José Luis, ya casado con mi querida paisana Juanita en aquel año de 1967, volvió a Granada, siendo en la ciudad de la Alhambra un verdadero puntal en “Ideal”, desempeñando años después la presidencia de la Asociación de la Prensa de Granada y desarrollando una prolífica actividad periodística que se vio zanjada con su muerte cuando apenas contaba cincuenta años.



 A José Luis le sucedió en la redacción de Málaga de “Sol de España” otro gran amigo, quien con el paso de los años sería mi antecesor en la Asociación de la Prensa de Málaga, Julián Sesmero, desempeñando a la par el cargo de jefe de informativos de Radio Juventud-La voz de Málaga, poniendo bien de manifiesto su calidad de periodista especializado en temas históricos malagueños.

 José Luis Navas, no menos querido, amigo como los anteriores, poco después, se hizo cargo de esta delegación del periódico. Con ese carácter y ánimo romántico y valiente que siempre le ha distinguido, se le ocurrió dedicar una página, con el título de “24 Horas” en la que se venía a recoger una noticia por cada hora del día, lo que conllevaba el compromiso tremendo de contar y buscar la información apropiada para cada hora de cualquier día, lo que todos admiramos y a él casi le vuelve loco, manteniéndola durante bastante tiempo y con un nivel periodístico merecedor del mayor encomio.

 Fueron años esenciales en mi vida y, sin lugar a dudas, en las personas que he citado y que jamás podré olvidar. Como de otras que, de tiempo en tiempo, y por necesidad de cubrir actos e informaciones se desplazaban de la redacción central de Marbella a la de Málaga, como el caso del mismo autor de este libro, mi gran amigo y singular director Rafael de Loma, el que desde el primer día que traté me sorprendió por su sencillez, calidad humana y profesionalidad. Aquellas noches, tras los nocturnos encuentros futbolísticos en “La Rosaleda” del Torneo Costa del Sol, me dejaba pasmado, tanto por la forma de enfocar sus informaciones como por la singular pericia, buen gusto y bella presentación que daba a las mismas en todo su conjunto. La maquetación que daba a las páginas era toda una verdadera obra artística de buen gusto, de lo que tanto me beneficiaría durante los años posteriores, especialmente cuando tenía el honor de que algún trabajo mío ocupase las páginas centrales del diario.



 Normalmente, trabajábamos por las mañanas, ya que hacía las tres de la tarde teníamos que enviar a Marbella, mediante los autobuses de Portillo, el sobre con toda la información posible para ir componiendo y cerrando las páginas de Málaga. Volviendo por las tardes hasta primeras horas de la noche, por si surgía alguna información más a enviar. Sorprendentemente, no teníamos teletipo que nos uniese con la redacción central. Debiendo dictar por teléfono las informaciones cuando ya era imposible alcanzar uno de los Portillos que pudiesen llevar con hora adecuada a Marbella el correspondiente envío.

 Aquellos primeros años del periódico en Málaga fueron duros y complicados, tanto por las dificultades y circunstancias que se fueron dando en el mismo “Sol de España”, como porque la capital estaba muy cerrada a cualquier nuevo medio de comunicación. “Sur” como “La Tarde”, y un “Ideal” que dedicaba varias páginas a Málaga, ponían la situación muy cuesta arriba en lo que a competencia periodística se refería y, más aún, cuando la diferencia en número de redactores entre éstos y nuestro diario era tan considerable en lo que a la capital se refería.

 No obstante, fuimos cumpliendo y sacando nuestra responsabilidad adelante. Aunque hubo campañas de promoción, en las que se obsequiaba con 500 pesetas -unos 300 euros de hoy- a la persona que se encontrase en la calle con un ejemplar del periódico, y resultó que, en más de una ocasión, hubo que dar bastantes vueltas por todo el centro de la ciudad para conseguir un portador del diario.

 Ahora bien, el no estar tan condicionados por “las directrices señaladas” en aquel tiempo para los periódicos dependientes del mismo Estado, así como por lo que suponía ser un diario “independiente” y cuyos medios económicos no le abundaban para permitirse relajamientos, nos llevó a ser muy eficientes y, sobre todo, a desarrollar nuestra vocación con una entrega y eficacia que se reflejaba día tras día en nuestro hacer.



 Personalmente, mi trabajo y funciones me hizo ir introduciéndome cada vez más en toda la sociedad malagueña, vivir sus inquietudes y logros, ilusiones y sueños, y sobre todo, conocer y compartir amistad con una larguísima relación de malagueños, de todos los estamentos y clases, personalidades y personas en muchísimos casos singulares, con los que ya durante toda mi vida he quedado vinculado o no olvidaré jamás.

 Fuimos avanzando. Se nos fue dando nuestro sitio porque, en gran medida, lo ganamos y también, todo hay que decirlo, porque este medio no oficial, era apetecido por quienes lo tenían todo seguro o controlado en los demás. Aunque, en honor a la verdad, todos los que ejercíamos el periodismo en los medios de Málaga sabíamos muy bien lo que era el auténtico compañerismo, no existiendo competencia alguna entre nosotros y sí una verdadera amistad, ya fuese de “Sur”, “La Tarde”, “Ideal”, “Radio Peninsular”, “Radio Juventud”, “Radio Popular” o “Sol de España”.

 Llegó el tiempo de la mili. No fue mucho pero me hizo ver más claro aún que mi sitio estaba en Málaga y en “Sol de España”. Cuando volví a incorporarme, ya en julio de 1971, se encontraba todo el periódico en la capital, pasando Marbella a ser la delegación de la central de Málaga. Vinieron años nuevos e importantes. El periódico comenzó a subir prácticamente día tras día, a situarse en ese lugar de respeto y atención que merecen los medios que hay que tener en cuenta por la influencia que ejercen.

 Y todos trabajamos con ahínco y ganas. Así se ha venido reconociendo con verdadero acierto que “Sol de España” fue una auténtica Escuela de Periodistas, de magníficos periodistas, ahí está la histórica relación de los mismos. No me atrevo a mencionar a algunos por temor a olvidarme de otros, lo que sería una total e imperdonable injusticia. Por suerte, en este libro viene a quedar para la mejor Historia del Periodismo esa relación de la que hablo. Personalmente no puedo dejar de mencionar a Juan de Dios Mellado, quien me quitó de hacer noticias oficiales y de sociedad para realizar reportajes que aparecían ocupando las páginas centrales, o Gonzalo Fausto, entonces como ahora “un gran maestro para todos los más jóvenes de aquel diario”, como los compañeros y amigos que me han acompañado o acompañan en la junta directiva de la Asociación de la Prensa, Rafael Salas, Rafael Díaz, Teresa Santos, Agustín Lomeña, Luciano González Osorio, José Luis Arranz,… que tanto han venido empujando en estos últimos años para hacer realidad el Colegio de Periodistas de Andalucía, como otros muchos, realmente inolvidables, que han pasado o se encuentran en los periódicos y medios de comunicación de esta provincia y de otras.

 Durante varios de aquellos primeros años, fui siempre el miembro más joven de la redacción. Mientras existió, siempre pertenecí a su plantilla, aunque en julio de 1979, al pasar de representar al periódico en la mesa de los informadores de la sala de plenos, al escaño de jefe de la oposición de la primera corporación democrática de Málaga -presidida por una singular persona, destacado en Medicina a pesar de su juventud y periodista, Pedro Aparicio-, tras tres meses compaginando ambas cosas, hube de dedicarme a las responsabilidades propias de teniente-alcalde de Málaga, función en la que me cogió la triste desaparición del periódico tres años después.

 A mi “Sol de España” me hizo una de las cosas más importantes de y para mi vida: malagueño. Málaga, junto a la ciudad de mi nacimiento, Alhama, ha quedado para siempre, hasta el último día, como mi tierra propia, a la que le debo tanto, muchísimo. Por ello, este periódico más que un medio de trabajo, fue el puente que me trajo y unió para siempre con esta provincia, especialmente con Málaga, donde conocí a Mari Carmen, la mayor fortuna de mi existencia, y donde han nacido mis hijos y nietos, y con Rincón de la Victoria, donde llevo viviendo ya bastante más de un cuarto de siglo y donde descansan seres queridos camino de la Eternidad.

Andrés García Maldonado
Noviembre, 2012.