Noche de alegría e ilusión 2005

Navidad



Unos Reyes muy majos

En la imagen: Melchor, Gaspar y Baltasar llevaron la ilusión a niños y mayores del Hogar de San Jerónimo.


05/01/2004.- En mi infancia no había cabalgata y los Reyes Magos eran invisibles. Llegaban silenciosamente de madrugada, mientras dormía, se zampaban los polvorones que mi madre les había dejado junto a los zapatos, bebían un sorbo de aguardiente y continuaban su recorrido por otras casas donde vivían niños y niñas de corta edad. O al menos eso me dijeron, porque, repito yo nunca llegué a verlos salvo en las figuritas del belén artesanal que cada año montaba junto a mi hermano bajo el poyo de la ventana. Los regalos solían ser muy prácticos: un estuche de colores Alpino, rotuladores, unos calcetines y algún año una bolsa de pistoleros y de indios de plástico monocolor. En ocasiones dejaban algún tebeo y mis primeros libros de cuentos. Por eso comprendo las decenas de caras de felicidad que pude ver en la tarde-noche del miércoles, 5 de enero. Y no todas eran de pequeños. También estaban las de los ancianos del Hogar de San Jerónimo que no daban crédito a sus ojos cuando sus majestades de Oriente se acercaron para entregarles personalmente un pequeño obsequio.

 Como la tradición reciente manda, con un retraso de media hora, los Reyes Magos del 2005, subían cada uno en un remolque adornado para la ocasión para iniciar un largo recorrido por las calles de Alhama. Antes Alcántara y Ortúzar les habían aprovisionado de varios centenares de kilos de caramelos, amén de otras chucherías y pelotas. También cargaron los roscones de Reyes elaborados en la pastelería Balada y varios sacos de harina. Junto a sus majestades, acompañados de sus respectivos pajes, un grupo de afortunados niños – y nunca mejor dicho pues las plazas se habían sorteado en los centros escolares -compartían el remolque y se preparaban para lanzar sobre los viandantes los anhelados caramelos. Para velar por el orden y la seguridad de todos la policía local y un grupo de voluntarios de Protección Civil acompañaron la comitiva durante todo su recorrido. Entre los acompañantes también pudimos ver al alcalde alhameño, así como a las concejalas Sonia Jiménez y Antonia Bastida. 


En el Hogar


 Pese al frío el reducido número de congregados fue creciendo hasta llegar a varios centenares a su paso por el Hogar de San Jerónimo donde esperaron que los Reyes vivieran los más emotivos momentos de la noche. Con razón dicen que los ancianos son como niños. Pese a sus muchos años alguno de ellos no pudo contener la emoción al recibir de manos de sus Majestades un práctico regalo acompañado de las típicas recomendaciones: “Como no seáis buenos el año que viene os traeremos carbón”. En ese momento pensé que el mejor regalo para esas personas era la comprensión y el cariño de sus seres queridos pues el de las Hermanas Mercedarias y trabajadores de este centro residencial ya lo tienen.



 Tras ser despedidos con un sonoro aplauso los Reyes volvieron a sus remolques para continuar con su recorrido. Uno a uno, y algunos a puñados para lo que iban pertrechados de paraguas, los participanes iban llenando sus bolsas con caramelos que en ocasiones eran lanzados con inusitada fuerza. La siguiente parada fue en el convento de San Diego donde los reyes descargaron los sacos de harina con los que, imaginamos, las Hermanas Clarisas fabrican sus deliciosos pastelitos y postres. Y vuelta a los vehículos para continuar con el recorrido que culminaría varias horas más tarde en las puertas del ayuntamiento. 



Texto y fotos: Antonio Arenas