Maldigo a los artistas que prostituyen el flamenco con los señoritos

Entrevistas



"...Paco Moyano, un cantaor de Alhama al que no se le ha hecho justicia y que fue unos de los pioneros del teatro flamenco". Pinilla, un cantaor atípico que posee una peña con su nombre con apenas 27 años.


 El cantaor de Huétor Vega, recién aterrizado de su gira por Sudán, presenta este jueves en Armilla su primer disco, 'Lámpara minera volumen 3', un trabajo riguroso de un artista que canta a Nietzsche en sus directos.

 Tiene el don de la ubicuidad. Raro es el evento flamenco que no cuenta con Juan Pinilla como colaborador o simple espectador. Y a la inversa: un acto con Pinilla concentra a los artistas de la ciudad casi en peregrinación. Pasará el próximo jueves en Armilla, cuanto el cantaor presente su primer disco, Lámpara Minera volumen 3 editado por el sello RTVE.

-¿Es su disco soñado?

-Para ser el primer disco, yo creo que en cuanto a contenido es la base de lo que quiero hacer en el mundo del flamenco. Hay poetas y poemas que nunca se habían introducido en el flamenco como Pepe Hierro, Armando Buscarini, un poeta maldito, está Ramón Gaya... No está Groucho Marx, que lo hago en los directos, al igual que cosas que hago de Nietzsche o Umbral.

-¿Canta "yo he venido a hablar de mi libro" por bulerías?

-No, no. Umbral tiene varios libros en el que la prosa es poesía. A nivel de contenidos hemos acertado bastante. Hemos tenido poco tiempo para grabar, pero las buenas ideas, como las pienses mucho, te las puedes cargar.

-Es un disco muy austero en cuanto a la instrumentación...

-Lo único que hay es guitarra, palmas, y la colaboración de Curro Albaycín y María la Coneja.

-Volviendo a los poetas, ¿echa de menos poesía expresamente compuesta para el flamenco?

-Sí. Muchos poetas intentan acercarse a lo popular, pero es muy difícil. Ya lo decía Machado: "Procura que tus coplas vayan al pueblo a parar, que si dejan de ser tuyas van a ser de los demás". La tendencia de la literatura está lejos de los ritmos populares, aunque algo subyace. Es verdad que la poesía flamenca es riquísima, y la mayoría de poetas del siglo pasado han hundido sus raíces ahí. Es como el verso "la noche del aguacero, ¿dónde te metiste que no te mojaste el pelo?". Dicen que Shakespeare está aquí resumido, diciendo tanto con tan poco.

-¿No hay cantera de letristas?

-Hay muy pocos letristas y de los que hay no todos me llegan. Conozco algunos que son artistas, como Manuel Molina, de Lole y Manuel, que hace letras para darse cabezazos con el suelo, igual que Luis de la Pica de Jerez, letristas que utilizan un poco Los Paraísos artificiales de Baudalaire. También El Chino de Málaga.

-¿Cómo le fue la gira por Sudán?

-Increíble, aunque en principio estaba algo acongojado. El otro día, Hugo Chávez dijo que África es nuestra madre patria. Yo lo siento así. Hay algo en el ambiente que siento muy cercano. El público decía que el flamenco le recordaba el cante antiguo de los cantantes sudaneses. De hecho ya tenemos otro contrato para el año que viene.



-Estuvo en la clase de Luis García Montero el día después de ser condenado por el juez Torres por su polémica con el profesor Fortes, un hombre de formación marxista.

-Su marxismo es estalinista. No lo entiendo. Luis ha sabido con inteligencia pasar de la mediocridad de otra gente, porque él ha tenido que escuchar que fue casi el responsable de la muerte de Javier Egea, que Lorca era un fascista, barbaridades sobre su padre... Lo único que hizo Luis fue escribir una columna para defenderse. Habría que replantearse hasta dónde llega la libertad de expresión, que es lo que nos ha mosqueado a algunos. Las sentencias están para acatarlas, y Luis ha sido ejemplar. Aquel día, Morente me dijo: "Pinilla, cántale un fandango a Luis para que no se vaya de la Universidad".

-¿Le dolió la mofa sobre si debían de otorgar el Premio Lorca a Curro Albaicín?

-Muchísimo, sobre todo porque llevaba el matiz peyorativo de 'Currito Albaycín'. Quizás ese personaje que aún no ha dado la cara no sabía que Curro fue de los primeros que tuvo las agallas de recitar a Lorca a los cuatro vientos en su cueva a principios de los setenta, reivindicando la libertad. Le han dado muchos palos cuando era complicado luchar y otros que ahora son los abanderados de la progresía estaban escondidos. Curro dio la cara y un militante de Fuerza Nueva intentó asesinarlo. Merecería, desde luego, un Premio Lorca del flamenco.

-Volviendo al disco, además de poetas, hay homenajes muy personales.

-En el disco hay varios homenajes, el primero, claro, a mi maestro Manuel Ávila. También una soleá dedicada a Cobito, que son de corte de Triana pero a la manera de Cobito. Luego hay una mariana dedicada a Paco Moyano, un cantaor de Alhama al que no se le ha hecho justicia y que fue unos de los pioneros del teatro flamenco. Fue junto a Francisco Manuel Díaz el descubridor de Eva Yerbabuena y de su compañía salieron Sara Baras o Israel Galván. Paco es uno de los mejores compositores que existen, con letras maravillosas, muy reivindicativas. También recuerdo a mi tío con un poema de Ramón Gaya en el que dice: "el atardecer es la hora de los pintores". También hay un poema de Ángel González, de las mejores cosas del disco. Los tangos del Sacromonte son un homenaje a Granada y a María La Coneja, que volvió loco a Gadafi y nos vuelve locos a todos.

-En los últimos años ha cambiado su registro de voz, ahora suena más rotunda...

-Sí, te haces cantando. Me chocaba mucho cuando llegaba al Sacromonte a ver a Juanillo, que decía que las voces se hacen trasnochando. Es curioso, porque el disco está grabado a las diez y las once la mañana.

-¿Cómo lo llevó?

-Fatal, porque a esas horas la voz no está bien. Fue complicado pero quedó digno. Paco Paredes, el productor y un gran entendido, sacó mucho de mí. Y luego está la guitarra genial de Luis Mariano.

-¿Sigue habiendo señoritos en el mundo del flamenco?

-Parece que estamos todavía como hace dos siglos. El flamenco estaba considerado como cosa de gente de mal vivir, y se fueron acercando de manera casi clandestina. Los señoritos han prostituido el flamenco por no respetar a los artistas. Maldigo a los artistas que prostituyen el flamenco con los señoritos. El flamenco es un arte ante todo. Sigue habiendo señoritos, porque los hay, pero ya se han disipado este tipo de comportamientos.

G. Cappa / Granada Hoy