Entrevista: Miguel A. Santos Guerra, Catedrático de Didáctica

Entrevistas



“Con la vigilancia y castigos no se enseña a convivir”
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Mayo 2001.- El catedrático malagueño de Didáctica y Organización Escolar, Miguel Ángel Santos Guerra, inició el pasado las sesiones que sobre convivencia escolar desarrolla el Centro de Profesorado de Granada en el IES Albayzín. De su amena e ilustrativa intervención sobresalen tres palabras: reflexión, actuación colegiada y optimismo que reitera en la siguiente entrevista concedida a Ideal y ALHAMA COMUNICIÓN

- La letra, ¿con humor entra?
Lo capital es que se produzca la comunicación. Una metáfora, una historia, una frase incisiva puede enganchar. García Márquez decía hace poco “si alguno se aburre puede salir de la sala, pero, por favor, que lo haga despacito para no despertar a los que estén dormidos”. Conseguir la atención, el interés por el discurso es fundamental.

- ¿Hablar de convivencia escolar es una nueva moda o fruto de la realidad de los centros educativos?
- Las olas o modas pedagógicas son fruto de la preocupación que existe entre los profesores pero también los medios de comunicación pueden contribuir a ello. Por ejemplo, el suceso de un alumno respecto a un profesor cobra presencia en las páginas de un periódico pero no la tiene el hecho de que millones de escolares trabajen diariamente de forma respetuosa y convivan de forma tolerante en los centros. Por otra parte parece como si lo fundamental es que no haya conflictividad cuando la pretensión educativa es que aprendan a convivir en los centros. Si aumenta la vigilancia, la amenaza, el castigo duro, puede ser, no está tan claro, que se consiga un mayor orden, e incluso, un clima de trabajo mejor, pero ¿qué pasa cuando éstas condiciones desaparezcan?

- ¿Cómo enseñar a los alumnos que no sólo no quieren aprender sino que tampoco quieren estar en las aulas?
La plena escolarización hay que verla como un logro increíble, como un avance sin precedentes que se apreciará en toda su dimensión en un futuro más o menos lejano.

- Pero, ¿hay recetas mágicas para trabajar con este alumnado?
Las recetas mágicas para los docentes no existen pero es que, además, no serían aconsejables pues necesitarían recurrentemente más recetas. La solución está en que se establezcan diagnósticos precisos, que se pongan en marcha proyectos compartidos, que se reflexione sobre ellos, si es posible por escrito. De ahí vendrá la comprensión y la toma de decisiones. No valen las mismas soluciones para todos. Por su parte, la Administración no puede estar de espaldas. Debe facilitar medios personales y materiales, ofrecer flexibilidad, autonomía, apoyo y estímulo al profesorado. 

- ¿Están cumpliendo los Consejos Escolares la función para la que fueron creados?
Está muy empobrecida. Ante esto una conclusión podría ser: prescindamos de ellos pero otra más importante es enriquezcámoslos. Están demasiado burocratizadas sus funciones, demasiado focalizados en cuestiones disciplinarias. La cultura democrática se desarrolla con lentitud y con sacrificio, esas cuotas de participación se han conseguido con mucho esfuerzo y hay que aprovecharlas ampliándolas y profundizando en ellas.

- Los profesores de Instituto ¿son educadores o enseñantes?
A veces se contrapone, o más contenido o más convivencia, pero ambos no son incompatibles. En un buen clima de convivencia, el proceso de aprendizaje se facilita y se potencia. Los contenidos se desarrollan mejor desde una estructura más participativa, más cercana. Los niños aprenden de aquellos profesores a los que aman.

- El verbo aprender ¿admite el imperativo?
La tarea de la escuela sería despertar la motivación, desarrollar el deseo de saber. Ello supone revisar qué tipo de contenido, metodología, evaluación y coordinación entre los profesores se está desarrollando. Es importante que los alumnos sientan que son importantes para los profesores, que nos les da igual qué les pasa, que los consideran capaces de superarse. El cáncer de la escuela es la perpetuación de la rutina, la inflexibilidad y el adocenamiento.

- ¿Cómo se puede motivar a tanto profesor desmotivado?
Yo me siento muy cercano a estos profesores. Creo que el decirles mano dura, contundencia, les haría daño, no les ayudaría a tener una situación mejor. Por ello les recomiendo que no desesperen, que no maldigan su profesión, que no la vivan con una condena, que no entiendan que la Logse es la culpable de todos sus males, que no se queden solos, que compartan sus preocupaciones. Como decía Max Horkheimer, en educación podemos ser pesimistas teóricos pero hemos de ser optimistas prácticos. 

Sintaxis 

“La plena escolarización hay que verla como un logro increíble”
“Los niños aprenden de aquellos profesores a los que aman”
“Los Consejos Escolares están demasiado burocratizados y focalizados en cuestiones disciplinarias”
“La Administración debe ofrecer autonomía, apoyo y estímulo al profesorado”