Alfonso Olivares y Carmen Ariza: Un matrimonio ejemplar

Alherba


Con motivo del último encuentro entre franceses de Bagnères de Bigorre y alhameños la vicepresidenta de Alherba, Marisa Solana, cuenta en primera persona el homenaje ofrecido a los impulsores de este hermanamiento.

Imagen superor: Alfonso Olivares y Carmen han sido homenajeados por el Ayuntamiento y Alherba

El alcalde de Alhama ayuda a Olivares a descubrir la placa colocada en la fachada de su casa jameña
“En septiembre, hará dieciséis años del hermanamiento entre las ciudades de Alhama de Granada y Bagnères de Bigorre  (Francia). En junio, nos visitaron nuestros amigos de Bagnéres, en el viaje participaban jóvenes futbolistas y miembros de la nueva junta directiva con el presidente Monsieur Arramon Frederic, y el recién estrenado Presidente de Honor tanto de  la asociación de Bagnéres como de la asociación Alherba el Sr. Alfonso Olivares.

Aprovechando la visita nos pusimos en contacto  el Sr. Alcalde, Sr. .Concejal de Deportes, el Sr. García Maldonado y la Asociación Alheba, y se decide hacer un homenaje sorpresa al matrimonio Olivares-Ariza, el cual ha consistido en la ubicación de una placa conmemorativa junto a la puerta de su casa, sita en la calle Madrid.

No fue difícil entretener un poco a Alfonso, pues dentro del grupo de personas que le esperábamos estaban entre otros su amigo Francisco Gutiérrez (que lo lleva en busca de setas) y su muy querido amigo Andrés García Maldonado.

Cuando llegó a su calle Málaga, preguntó, ¿qué hace tanta gente en mi puerta?, yo le respondí: que no hemos podido alojarlos y se quedan todos contigo!!. La emoción llego cuando descubrió la placa en la cual reza: “A  ALFONSO OLIVARES Y CARMEN ARIZA EJEMPLOS DE HUMANIDAD Y CONCORDIA, NACIONES, PUEBLOS Y PERSONAS SU PUEBLO NATAL”.

Texto de la placa
Es la primera vez que un recibimiento a nuestros amigos franceses no se hace en el Ayuntamiento, como tampoco el reparto entre las familias de acogida, pues todo se hizo desde la casa de Alfonso y Carmen, la cual no pudo asistir por ser una visita de muy pocos días, por su delicado estado de salud.

Autoridades, amigos y representantes de Alherba con Alfonso Olivares

 Acto seguido nos dirigimos al paseo del Cisne, donde nuestro Alcalde le hizo entrega de una réplica de la placa, para que también puedan tenerla en su casa de Bagnéres de Bigorre, sita en el 13 rue des Pyrenees, pero la emoción de Alfonso no terminó; fueron tan bonitas las palabras que su amigo el Sr. García Maldonado le dedicó, que un Alfonso siempre tan dicharachero él, no pudo articular palabra pues las lágrimas no le dejaron.

En un momento del acto celebrado en el Paseo del Cisne
Han sido unas jornadas intensas de emociones y de actividades para los pocos días que han estado con nosotros, sólo tres, se jugó un partido amistoso de fútbol entre los equipos de ambas ciudades, se hizo un recorrido por nuestra Alhama monumental y también por nuestros alrededores para que conocieran nuestro balneario, y, sobre todo, disfrutaron de la Feria,  todos se fueron muy contentos, pero los jóvenes se marcharon con la promesa de volver para la feria de Septiembre.

Esta asociación sigue trabajando con nuevas ideas, para intercambios más fructíferos, quisiéramos tocar otros colectivos que tengan afinidades comunes con nuestros amigos de Bagnéres de Bigorre, que sabemos que los hay y muchos.

Marisa Solana, julio, 2010



Palabras que les dedicó Andrés García Maldonado a estos dos alhameños ejemplares

Ahora, vayamos deprisa o despacio,
vamos a contar verdades.



No vamos a averiguar si por el mar corren las liebres o por el monte lo hacen las sardinas, ni vamos a ver si el ciruelo esta cargadito de manzanas y lo que del mismo cae son avellanas, ni siquiera vamos a comprobar si,  al ruido de las nueces, ha salido el dueño del peral.

No, queridos Alfonso y Carmen, Carmen y Alfonso, no vamos a decir ni una sola mentira. Ni el tiempo, ni la afectividad lo permiten. Mientras que la verdad, repleta de justicia en este caso y desbordante por el cariño de toda Alhama hacia vosotros, lo exigen con meridiana claridad.

En unos días de invierno, de los más crudos, fríos y lluviosos, en lo climatológico e igualmente en lo humano, de toda la Historia de este vetusto  pueblo, padeciendo el sangrante enfrentamiento fraticida, atizado por la sublevación armada al Estado legalmente constituido, cuando vosotros aun os encontrabais en los que tenían que haber sido dulces años de la niñez,  la guerra, siempre injusta y necia, os impuso el tener que partir de éste vuestro pueblo. Lo hicisteis por San Diego, precipitada y  desoladamente, junto con vuestros padres, hermanos y varios cientos de alhameños más en aquel enero de 1937.

Os llevasteis prácticamente lo puesto. Con mucha amargura y tristeza; eso sí,  también con la esperanza de que un día volveríais. Y, con todo esto, portabais, en lo mejor de vuestro corazón, vuestro inconfundible cariño a esta tierra. Con éste, los recuerdos imborrables de cientos de vivencias, resonando en vuestras mentes las canciones y retahílas que, grabadas en vuestras retentivas con melódica sonoridad desde la misma infancia, quedaban para siempre en lo mejor de vuestras almas, a la espera permanente de que, de tiempo en tiempo, tan solo un leve soplo del viento de las evocaciones las reavivase, con sorprendente fuerza enternecedora, una y mil veces a lo largo de vuestras vidas.

“Han puesto una librería
con los libros muy baratos,
con un  letrero que dice:
Aquí se vende barato.”

En Alhama se tardaría casi cuarenta años más en poner una librería,  prácticamente lo mismo que en volver la democracia, pero el alindado cantar de las niñas jugando al corro, como el mismo sentido de la libertad, pronto caló en vosotros en aquellos años de vuestra infancia y niñez. Los primeros de la vida, los que forma y modelan nuestro espíritu y los que al final, en la plenitud de los años, se reaviven en tiernas y lúcidas rememoraciones porque, entre otras cosas,  de alguna forma nunca los dejasteis marchar.

Durante generaciones se fueron combinando las circunstancias para que fueseis alhameños. Esta Alhama, la primera castellanizada del antiguo Reino de Granada, vio nacer a  vuestros padres,  Antonio y Maria Josefa y  Manuel y Angustias, y a vuestros abuelos, Miguel Olivares, Maria Pérez, José Morales y María Díaz, y Alfonso Ariza, Carmen Santiago, Rafael Muñoz y María Naveros. Sois alhameños de pura e inconfundible cepa.

Tú, Carmen viste tu primera luz en la Plaza de Alfonso XII, la del Rey, a la sombra de la estatua y monumento que simboliza algo que muy joven pusiste de manifiesto en alto grado, la solidaridad entre las personas. Lo que no has dejado de practicar, limpia y generosamente, a lo largo de toda tu vida y, en alguna ocasión, hasta poniendo en peligro tu propia vida.

¡Mira que curioso! Naciste uno de los días más celebrados en Alhama, el de la Candelaria, a eso del mediodía. Quizás aquel lunes ya estaba preparada la plaza con los montones de leña para las hogueras y sus calles adyacentes con mecedores para festejar la arraigada efeméride. Probablemente, los primeros sones de la calle que comenzaron a llegar a tus oídos, pudieron  ser los de las niñas jugando a la rueda aquella tarde cantando concretamente -¿Qué mejor lugar para ello en toda esta Alhama que, agradecida, no había dejado de recordar a aquél buen rey romántico que demostró su alto sentido de la solidaridad?-:

“¿Donde vas, Alfonso XII?
¿Dónde vas triste de ti?
Voy en busca de Mercedes
que hace tiempo no la vi.

Ya Mercedes está muerta,
muerta está, yo la vi,
cuatro duques la llevaban
por las calles de Madrid.”

Tú Alfonso, naciste en calle Antequera, “La Aurora” como tú nos recuerdas, por donde históricamente llegó una nueva época para toda esta tierra, tras la sorpresa de aquella noche “Tenebrosa” de 1482, en la que esta ciudad pasó de ser musulmana a cristiana, produciéndose su incorporación a la Corona de Castilla para que naciese España como un Estado de sus reinos. No sabemos si, para estos lugares, fue para mejor, pero sí que posibilitó la presencia de nuestros antepasados aquí, en esta tierra,  por lo que hoy tantos, como tú y Carmen, somos alhameños.

Naciste un lunes de abril, de primavera, tiempo de sueños y esperanzas. Mira por donde te inscribieron en el Registro civil, dando así carácter oficial a tu venida a la vida y al mundo, un 14 de abril, el de un quinquenio antes de aquél otro que no tan solo alegró a tus padres y familiares, sino a una inmensa parte de España.

Vuestras infancias y primeros años de la niñez fueron las propias de esta tierra y de aquel tiempo. Casi con toda seguridad felices porque esa edad así lo requiere. No captando en su dimensión los pesares y sufrimientos de nuestros mayores, suele ser tiempo dichoso junto a ellos con nuestros hermanos, familiares y amigos de esos tiernos años, jugando por todos los rincones y en la puerta de la casa, recorriendo las calles y plazas, yendo al río o al campo, dejando en lo mejor de nuestros recuerdos una celebración festiva o una excursión escolar a los alrededores del pueblo.

Os son inolvidables, no tan sólo porque la nitidez de vuestras evocaciones os lo posibilitan, sino porque jamás habéis querido que se os borrasen de vuestra retentiva, aquellas charlas de vuestros padres y vecinos a la puerta de vuestras casas, sentados en sillas de “anea” o en los mismos sibancos, en las cálidas noches de verano y, sobre todo, de aquel último vuestro en Alhama, el del 1936 en el que este pueblo se mantuvo fiel a la República.

A pesar de vuestra edad, sentíais que algo muy grave estaba pasando y hasta os iba invadiendo cierta inquietud, pero como niños que erais seguíais entregados a vuestros juegos. Uno, quizás correteando y brincando de un lugar para otro, probablemente de carro en carro y, otra, cantando a coro a la par que la rueda humana no dejaba de dar vueltas.

Entre dichas e inquietudes, entretenimientos y juegos, el colegio, en las Escuelas de la Joya, con aquél inolvidable maestro que era don José, o con aquella maestra constante y abnegada,  siempre con una sonrisa y unos modos desconocidos por comedidos, todo ello junto a vuestros compañeros, que no solo lo eran de pupitre o escuela, sino del diario vivir.

“Antón, Antón
Antón, pirulero,
cada cual,
cada cual,
que atienda su juego...”

¡Claro que atendisteis vuestro juego! El que os dio e impuso la vida y el desencuentro de los mayores. ¡Que pronto comprendisteis al Poeta! Paradójicamente, a vuestros poco más de diez y once años os disteis cuenta de que los caminos se hacen al andar. De aquí, de vuestra Alhama natal, hasta Almería, casi 250 kilómetros, a pie, primero en grupos de familiares y algunos vecinos más; después, desde la costa malagueña, la nuestra, con cientos, miles de personas, huyendo en tantos casos de la muerte, la que no pocos encontraron en el mismo camino por la inmisericordia y atrocidad del ejército sublevado.

Tras esto, en camiones militares, desde Almería hasta Cataluña, donde comienza a despuntar muy adelantada vuestra juventud. Tan sólo dos años después, nuevo hacer camino, aunque jamás pensando que tardaríais tantos años en volver a hacer la senda  con el retornar.

Francia, la madre de la Libertad, no estaba en aquellos años, ni mucho menos, para atender, en la medida que ella siempre ha sabido hacerlo, a los más desfavorecidos, aunque fuesen  republicanos españoles en aquellos momentos. Más problemas y amarguras para vuestras familias y, con ello, para vosotros mismos. Días de preocupante espera en la frontera de Port Bou, hasta que la ya vencida y derrota República de España paga en oro la correspondiente compensación económica que se exige. Quizás todo ello mientras que por las menores, en los juegos de los largos y cansinos días de espera, inocentemente, cantaran con inolvidable ritmo

“Mambrú se fue a la guerra
qué dolor, qué dolor, qué pena;
Mambrú se fue a la guerra,
no se cuando vendrá;
do-re-mi, do-re-fa,
no sé cuando vendrá.”

Vuestras familias, que años atrás supieron lo que era no tener libertad y que comenzaban a padecer la pérdida de la misma, pronto se comprometieron en la lucha de Francia, y con ello de las personas amantes de la libertad, contra el tirano y cruel invasor nazi. Una vez más la solidaridad dada era justamente correspondida. Tu hermano José, querido Alfonso, formando parte de la heroica Resistencia, salva la vida, cuando está a punto de ser puesto ante el pelotón nazi de ejecución, gracias a un valiente francés que la pierde en la acción de salvarlo. ¡Cómo se había superado ya definitivamente aquél viejo resquemor, del siglo anterior, de cuando los alhameños se enfrentaron  a las tropas napoleónicas!

En Bagnéres de Bigorre, la bella y romántica villa nacida de las aguas, aún en plena II Guerra Mundial, se encuentran vuestras dos  alhameñisimas familias: Seis años después y a más de 1.200 kilómetros  de Alhama, tras haber pasado y superado un sin fin de avatares surgidos y sufridos por doquier junto con vuestros padres y hermanos. ¡Que pronto aprendisteis en vuestras propias carnes que quien afronta la adversidad sí conoce su propia fuerza!

Ambos profundizáis en vuestro paisanaje hablando de Alhama. Además del amor que brotaba entre vosotros, los alhameños recuerdos son algo que os unen aún más, tanto como el mismo sueño común de tornar algún día por esta vuestra tierra ¿Quién os iba a decir que nacidos en Alhama, ibais a emprender en plena niñez un éxodo y recorrer las tierras de España y de Francia de sur a norte y las francesas también de norte a sur, cada uno con su familia y por vuestra parte, para en vuestros años mozos encontraros y enamoraros en el mediodía francés? Así, el día de Nochebuena de 1948 os uníais, en este caso sí era para siempre, en matrimonio.

Y quizás Carmen recordaste aquello de
“Al pasar la barca
me dijo el barquero
-Las niñas bonitas
no pagan dinero.”

Tú, Alfonso, a lo mejor le respondiste
“A mi no me mata el toro
ni tampoco los toreros,
ni tampoco los toreros.
A mi me mata una niña
que tenga los ojos negros.”

Años de desilusiones y desesperanzas en lo que a España se refería. La vuelta se hace imposible y la intolerancia se mantiene por décadas. Hasta que un día sí que vuelve a amanecer, precisamente por primavera, para todos los españoles de buena voluntad que, unos quizás con más generosidad que otros, pero todos a la vez, deciden poner manos a la obra de la concordia.

Inmediatamente que pudisteis hacerlo, os reencontrasteis con esta tierra de vuestras raíces. Habían pasado casi cuarenta años, pero la honda emoción de aquel primer retornar, en alguna medida, lo llenó todo de una inmensa y elevada dicha. Como correspondía, lo hicisteis con vuestras vivencias y querencias primeras y esenciales, las que conformaron vuestro espíritu para toda la vida. Llegasteis a Alhama, con las alforjas  de vuestra afectividad bien repletas de confraternidad, no tardando en hacer realidad un hermoso hermanamiento de pueblos y, sobre todo, de personas, ensanchando el corazón de esta tierra y de sus nobles habitantes, que es lo más importante que una persona puede hacer en favor de los demás sean quienes sean y estén donde estén.

Desde entonces, jamás habéis dejado de consolidar y extender esa confraternidad en todo cuanto os ha sido posible. Siendo ejemplar esta viva fraternidad de vuestras dos ciudades, la española de Alhama y la francesa de Bagnéres, la de Bagnéres y la de Alhama. Ejerciendo vosotros al máximo, con exquisita elegancia, la doble calidad de bagnereses y de alhameños,  de alhameños y de bagnereses, lo que sólo consiguen las personas que saben y ponen bien en evidencia que al amor y al apego sincero no se le pueden poner ni límites, ni fronteras.

Así, materializándose el viejo sueño del retorno, os preparasteis, en el solar de vuestros mayores, una casa cuyo patio, siendo particular y mojándose cuando llueve como los demás, ha sido lugar de encuentro de afectos y de alhameñismo, en la calle “Madrid” de la querida Joya. Casa convertida en acogedor consulado y lugar de recepción y estancia de amigos del sur francés.

Sí, en la alhameña calle  “Madrid”, la que también con su nombre nos habla de la solidaridad universal puesta de manifiesto, nacional e internacionalmente, cuando los infaustos días de los Terremotos de 1884 y donde, desde esta misma e inolvidable mañana, ya hay para siempre una artística placa, de la mejor cerámica granadina, que, entre gentiles hojas de parra y los colores de nuestra bandera alhameña, fundido todo ello con la ternura de vuestros paisanos alhameños, al noble amparo del escudo de esta histórica tierra agradecida, reza:

A
Alfonso Olivares y Carmen Ariza
ejemplos de humanidad y concordia
entre naciones, pueblos y personas
.
Su ciudad y pueblo de Alhama.
Junio de 2010.

Ya no nos tendremos que agachar y volver a agacharnos más, no porque las agachaditas no sepan bailar, sino porque se ha cumplido hacia vosotros un estricto acto de justicia.

Un día vuestro hijo, rehaciendo a pie el camino que recorristeis en aquellos tristes días de sendos inviernos, más de 1.200 kilómetros, trajo enternecedoramente -simbolizado ello con tierra de la tumba de sus abuelos- a vuestros padres hasta el cementerio de Alhama, dándoles así desde el sentimiento la repatriación que no pudieron  ver realizada tras tantos años y anhelos.

Vosotros, queridos Alfonso y Carmen, como nos dice el Poeta que también sufrió aquél éxodo y que expiró a los pocos días de pasar la frontera, allí en el sur francés, no ya soñando caminos, sino volviendo a los días azules y al sol de la infancia,

“Habéis andado muchos caminos,
habéis abierto muchas veredas;
habéis navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.

En todas partes escuchasteis
los cantos de viejas cadencias,
ni olvidasteis jamás como los niños
cantaban cuando en corro jugaban.”

Habéis ido y vais soñando caminos. Nunca habéis perseguido la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres vuestra canción. Por eso, por vuestro caminar dejando imborrables estelas en el corazón de los demás, hoy, y para siempre, este pueblo, os dice al unísono -siendo testimonio imperecedero tanto el cariño como la placa que se os acaba de dedicar- que ya estáis aquí hasta la Eternidad, en vuestro pueblo, al igual que entre estas calles y plazas permanecen los niños que fuimos, casi con toda seguridad, al tiempo que escuchan el tañido de las viejas campanas, preguntando a la gallinita ciega, la que había perdido una aguja y un dedal, donde estos objetos están, o cantando con conseguida armonía que tienen una muñeca vestida de azul con su camisa y su canesú.

Aquí, en estos momentos, lo que reluce junto al castillo es la predilección de Alhama hacia vosotros, porque hoy en emotividad y recuerdos es siempre todavía. Así, aquél día de invierno de vuestra niñez ha quedado atrás, para retornar en este cálido y alegre, efusivo y enternecedor, del verano recién estrenado de setenta y tres años después. Día que compartimos cuantos nos encontramos aquí para gratamente no olvidar jamás.

No lo dudéis, aquí, con vuestra presencia y con nuestra dilección, están todos: Vuestros padres, hermanos y familiares, los que partieron junto con vosotros; los que quedaron en el camino y en el tiempo, pero también en vuestros corazones; los que soñaron volver y la injusticia les hizo que eso solo fuese eso, un sueño; los que os quisieron y os quieren,... Todos, todos, están ya aquí.

Queridos Alfonso y Carmen, Carmen y Alfonso, creedme, os encontréis donde os encontréis, en el Bagnéres que habéis hecho de todos los alhameños o en esta Alhama que lo es de todos los bagnerenses, en donde sea ahora o cuando sea, siempre, siempre, estaréis aquí, entre nosotros, en nuestros corazones y en lo mejor de la historia de este pueblo que tanto amamos, simple y llanamente porque, además de ser unas buenas personas en el noble sentido que lo dijo el Poeta, en la distancia y en la soledad como en las alegrías y en las penas, no dejasteis jamás de querer a ésta vuestra tierra, Alhama.

Muchas gracias.
Andrés García Maldonado

Alhama de Granada, 25 de junio de 2010