Carta abierta a los votantes del PP (desengañados)

La otra mirada


 Queridos votantes del PP: Espero que al recibo de esta disfrutéis de buena salud, máxime si moráis en zonas de gobierno autonómico popular bastante proclives a las privatizaciones sanitarias.

 También deseo que vuestra situación económica os permita afrontar sin problemas el pago de la hipoteca, y los impuestos que el partido al que votasteis iba a bajar y resulta que ha subido; que no estéis incluidos en los seis millones de parados, bueno, quitad los 31 empleos que se han creado últimamente, que de vuestras pensiones escasamente revalorizadas no tengan que vivir vuestros hijos y nietos. Os deseo lo mejor que la vida os pueda ofrecer porque entiendo que los gobernantes que habéis puesto para dirigirnos no os van a ofrecer mucho más que lo que ofreció Churchill a los suyos: Sangre, sudor y lágrimas. Y un futuro que solo ellos ven esperanzador. Un futuro del color de los billetes de 500 euros, que ya no recuerdo cual es.

 Puedo entender perfectamente que pensarais que ningún presidente podría ser peor que Zapatero, porque la prensa de la época se encargó de hacerlo creer. Hoy, incluso muchos de los voceros de la catástrofe si no venía Rajoy a salvarnos están decepcionados con él (lo sé porque tengo la costumbre de leer prensa de todo el espectro político). Tal vez pensaron que por fin se iba aplicar su receta, me refiero a la receta personal de cada opinante; porque es notorio que en España, todo opinante tiene su receta para salir de la crisis y su alineación perfecta de la selección nacional de fútbol, eso como mínimo.

 Pero yo pienso en vosotros, gente humilde y sencilla que, agobiados por los problemas de España, o por los vuestros personales, que no es lo mismo, pero es igual, os fiasteis de las promesas electorales del equipo de PP y ahora veis como, no es que se incumplan, es que se hace exactamente lo contrario de lo prometido. Sé que eso duele, y lo sé por experiencia personal, no con el PP al que nunca he votado, sino con otro partido y otro presidente que ahora ya es historia. Se el dolor que se sufre en esos casos y me solidarizo con el vuestro.

 No penséis que escribo cegado por el resentimiento y el odio o acuciado por una situación personal apurada. Entre mis múltiples pecados no se incluyen ni el odio ni la ira, que son sentimientos muy dañinos, y tengo eso que antes se solía llamar “un buen pasar”. Escribo, os escribo, porque no puedo estar tranquilo e indiferente ante el dolor, la miseria y la desesperanza de los demás; porque cuando leo que un enfermo de cáncer tendrá que pagar un parte del precio de las medicinas que tome en el hospital, por mínima que sea la aportación, y se despilfarran ocho mil millones de euros a mayor gloria de una alcaldesa poco ducha en inglés, no puedo estarme tranquilo disfrutando de mis libros y amigos, de los magníficos paisajes de Alhama y de la placentera vida de un otoño anticipado. Tal vez vosotros una vez resuelta vuestra situación personal, podríais consagrar vuestros ocios y bienes al pleno disfrute de la vida, olvidando a los demás, que son casi todo el resto de este bendito planeta, y cada vez más gracias a los desvelos de “los pacificadores e impulsores de la democracia”, que con el fusil en una mano y las teorías de Friedman en la otra, imponen el modelo económico, social, político y religioso correcto en el mundo entero, que son, casualidades de la vida, los que defienden, impulsan e imponen vuestros votados dirigentes. Tal vez vosotros podáis estar tranquilos, pero yo no.

 Por eso, por vosotros mismos, por España y por el mundo en general os pido que la próxima vez que toque votar lo hagáis con la cabeza en vez de con los órganos cordiales o genitales, que penséis, no únicamente en vosotros, sino en eso que se llama el bien común y en los intereses si no del pueblo, que tal vez os pueda parecer algo lejano, en los intereses de esa España de las que se os llena la boca y a la que decís defender. A ver si la próxima vez no tenéis que arrepentiros de vuestro voto.