La ausencia de Batalla y los forcados portugueses protagonizaron los toros de Alhama



Con una plaza casi llena, ubicada en un lugar más alto del habitual, por la construcción del parque de bomberos, se celebró el tradicional festival taurino de la Feria de Junio, en el que se lidiaron 5 novillos, para un notable rejoneador, que encandiló al público en su última faena, una joven y todavía inexperta novillera, el omnipresente Güejareño, y un veterano maestro, que cortó dos orejas a su astado. Los valientes forcados portugueses dieron el toque de emoción al festejo.




El Güejareño, habitual en la plaza alhameña demostró haber mejorado con respecto a ediciones anteriores, y sacó el máximo rendimiento a un novillo irregular y de movimientos bruscos. El Inglés, un veterano novillero, se alió con la suerte en su turno, y remató una faena algo irregular de manera excepcional con el estoque, algo que le valió las dos orejas de premio por parte de la presidencia. En el primer y último novillo, lidiados por el rejoneador, participaron también los famosos forcados; personajes de nacionalidad portuguesa que se lanzaban literalmente al novillo, sin otro material que sus propios cuerpos, para intentar inmovilizarlo. Esta actividad es sumamente peligrosa pues el cuerpo del forcado debe impactar justamente contra la frente del toro, justo en medio de los cuernos. Una leve inclinación lateral de la cabeza del animal o un mal cálculo del forcado, puede suponer una herida fatal para el portugués que encabeza el grupo, por herida de asta.

La tarde, menos calurosa de lo habitual estuvo bastante entretenida para el personal, exceptuando la faena del cuarto de la tarde, cuya lidia correspondía a Cristina Rodríguez. El novillo, pésimo y desconfiado en su trato con el capote, hizo que la labor de la joven fuese dificilísima por causa de sus movimientos defensivos y sus continuas excavaciones en el albero. La novillera no fue capaz de dar muerte al astado y tuvo que salir "El Inglés", que antes había cortado dos orejas, para finiquitar la faena.



El último novillo fue lidiado nuevamente con el arte del rejoneo, de una forma sobresaliente, a lo que ayudó de forma evidente el estado del toro y su colaboración con el maestro. Casi al oscurecer, debido al retraso de la faena anterior, concluyó esta corrida, en la que tampoco se pudo ver el arte del torero local "Batalla", como ya ocurriera el año pasado. Se soltó una vaquilla para los valientes maletillas interesados en capearla, aunque muchos de los que se tiraron al ruedo terminaron levemente dañados por el animal, que se las sabía todas. En otras palabras, el cazador cazado.