Andrés Navagero: “Alhama donde hay hermosísimos y saludables baños”

Historia

 El culto e ilustre personaje Andrés Navagero, hábil político y embajador de la Serenísima República de Venecia, que vivió en Granada en 1526, hubo de visitar Alhama, de la que habla en sus escritos destacándola por sus hermosos y saludables baños.

“Alhama, histórica”
Andrés Navagero: “Alhama donde hay hermosísimos y saludables baños”
Andrés García Maldonado

 Del 28 de mayo al 7 de diciembre de 1526, vivió en Granada, en la calle de Zurradores -que son los que adoban los cueros- el ilustre viajero veneciano Andrés Navagero, autor de una interesante obra en la que relata sus viajes y estancias en España, «Il. viaggio fatto in Spagna, et in Francia», así como de unas «Cartas a Juan Bautista Ramusio», veneciano intimo amigo suyo, en las que le narra el desarrollo de sus viajes y observaciones de los mismos por tierras españolas.

 En ambos escritos hace referencias expresas a Alhama, concretamente destaca los Balnearios, aunque no podemos asegurar por estos mismos textos que llegara a viajar hasta aquí, aunque ello no debe descartarse tanto por las aludidas y reiteradas referencias a la gran belleza de los baños, así como por el largo tiempo que permaneció en Granada, más de medio año, moviéndose de un lugar para otro, siempre impulsado por un singular deseo de conocerlo todo.

 Lo que sí es indudable que escribió de Alhama y que, así, ésta, fue también dada a conocer por medio de sus escritos. Concretamente, ya en 1530 se editaron estas obras de Navagero, dándose otra importante edición en 1718 y sucesivamente en distintas épocas.

Culto e ilustre veneciano

 Andrés Navagero, conocido también con el nombre de Naugerios, nació en Venecia en 1483, en el seno de una de las más destacadas familias venecianas que ya venía dando hombres ilustres a su patria desde casi tres siglos antes.

 Efectuó sus estudios en Venecia y Padua distinguiéndose por su afán de aprender y saber abarcándolo todo. Fue cronista oficial de la República y bibliotecario de San Marcos, con el encargo de continuar la Historia de Venecia que había iniciado el célebre Sabellico, su maestro, historia que no pudo terminar, precisamente, a causa de las misiones diplomáticas que le iban encomendando, las que le trajeron hasta España, así como de su prematura muerte, a los cuarenta y seis años.

 El mismo Boscán resaltó el merecido prestigio que Andrés Navagero tenía en su tiempo como humanista, poeta y orador, hasta el punto de que introdujo en la poesía castellana las novedades que el veneciano le mostró en las reuniones y tertulias que mantuvieron.

 Como nos dice García Mercadal, “es un testimonio fidelísimo de lo que visita, y en su relato hay curiosas noticias sobre la población de Sevilla en la época en que se iniciaba el comercio con América, y sobre la de Granada, cuando empezaba a dejarse sentir en ella la decadencia que habría de imponer a su antes floreciente agricultura la debilitación del interés de los moriscos sojuzgados”.



Relato fidedigno

 En relación a Navagero y a sus escritos sobre España, concreta Menéndez y Pelayo escribió:"… tal era el gran personaje literario y hábil político a quien la República de Venecia había confiado su representación en momentos verdaderamente difíciles para ella y para todos los Estados italianos. No existe la relación oficial de su embajada v aun es dudoso que llegase a escribirla, pero sus andanzas por tierras de España pueden seguirse en su itinerario y en las cinco cartas a Ramusio, cuyo contenido es casi idéntico hasta en las palabras.

 Estos documentos de índole privada y familiar, que los antiguos editores de Navagero casi se excusan de haber publicado por no encontrar en ellos bellezas de locución ni esplendor de elocuencia, tienen hoy más interés que toda la retórica ciceroniana de Micer Andrés, y nos agradan mucho por la misma sencillez y falta de afectación con que el autor narra y describe todas las cosas que le llamaron la atención en su viaje. La única tacha que puede ponerse a estas notas es el ser demasiado breves y algo secas para nuestro gusto y curiosidad actual. Entonces no se conocía el impresionismo ni se cultivaba demasiado el pormenor pintoresco, pero se veía bien la realidad en sus aspectos esenciales.

 No hay viaje más ameno, más instructivo y fidedigno que éste entre todos los viajes de extranjeros por España durante los reinados de Carlos V y de su hijo Felipe II. Navegero, algo cáustico a veces, pero, en suma, espíritu recto y bien equilibrado, observa con serena objetividad los lugares y las costumbres, y la impresión que el viaje deja es de simpática benevolencia, sin rastro de los acerbos juicios de Guicciardíni, ni de las lisonjas, muchas veces impertinentes, de Marineo Sículo”.

Referencias a Alhama


Venecia, donde nació y fue su embajador antes cortes como las de los reyes de España y Francia.

 Partió hacia España el 6 de abril de 1525, desde el puerto de Génova, desembarcando en Cataluña, se trasladó a Toledo donde estaba la Corte, allí permaneció ocho meses envuelto en arduas negociaciones, hasta que se despejó la difícil situación con el tratado de Madrid v la libertad de Francisco I de Francia.

 En 1526, junto a la corte, viaja a Andalucía, llegando a Sevilla a principios de marzo y con ocasión de la boda de Carlos V con Isabel de Portugal, continuando después viaje a Granada.

 En sus escritos, aunque escuetos, realmente interesantísimos, habla y concreta por donde va pasando. A Granada ciudad le dedica una atención especial, con amplias referencias a su relativamente reciente época musulmana y a la guerra que había tenido lugar entre cristianos y musulmanes.

 En estas páginas dedicadas a Granada, prácticamente, no hace referencia a ninguna otra población salvo cuando, textualmente, dice:

 “A cinco leguas de Granada hay una ciudad llamada Alhama, donde hay hermosísimos baños. Granada está en la Bética, que ahora se dice Andalucía, y su territorio llega hasta el Estrecho en el cual hay muchos pueblos, así en la costa como en el interior, y entre otros los siguientes: Loja, Alhama, Alcalá la Real, Illora, Santa Fe, Asnaglos, Guadaertuña, Guadix, Baza, Ronda, Huesear, Albuñol, Purchena, Almuñécar, Almería, Adra, Vélez Málaga, Málaga, Marbella, Gibraltar, Salobreña, Cártama, Coín, Alora y otros muchos”.

 Igualmente, en la quinta carta que le dirige a su amigo Juan Bautista Ramusio, también prohombre de la Serenísima República de Venecia, que dedica exclusivamente a hablarle de Granada ciudad, Andrés Navagero vuelve a hacer referencia de Alhama. no hablando de ninguna otra población: “…a cinco leguas de Granada hay un lugar llamado Alhama, donde hay hermosos y saludables baños”.

 La misión diplomática que trajo a España a Andrés Navagero, no tuvo éxito ninguno, produciéndose hasta un rompimiento diplomático entre nuestro país y la República de Venecia, pero además de haber tenido una influencia importante desde el punto de vista literario, dio lugar a estos interesantes escritos de sus viajes y a las curiosas cartas que tanta fama v prestigio daban a nuestro balnearios y, con ello, a nuestra Alhama.

 Partió de España el 30 de mayo 1528 por Fuenterrabía-Bayona. El senado de Venecia le encargó entonces otra embajada a la corte de Francisco I de Francia y allí murió, ya en 1529, en Blois, cuando se acercaba a Cambrai.