Fernando el Católico y Alhama, una transcendental relación histórica


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Historia

 

 La conservación de Alhama a toda costa, acudiendo a ella reiteradamente para socorrerla y abastecerla, con los primeros años de la guerra de Granada, hicieron que Fernando el Católico, V de Castilla y España y II de Aragón, además de quedar históricamente vinculado con nuestra ciudad, se convirtiese en el admirado y renombrado rey-soldado de la época y de la Historia.

"ALHAMA, HISTÓRICA"
Andrés García Maldonado
FERNANDO EL CATÓLICO Y ALHAMA,
UNA TRANSCENDENTAL RELACIÓN HISTÓTRICA

 En la hermosa y alhameñísima noche de la V Velada “Alhama, Ciudad de los Romances”, el "Invitado de Honor" de la misma, el doctor Vidal González Sánchez, hablándonos de cómo fue recibida en la Corte de Medina del Campo con inmensa alegría la toma de Alhama, nos aportó nuevos e interesantes datos al respecto. Entre los que concreta y destaca la enorme satisfacción y actitud del mismo rey Fernando, quinto para Castilla y para la Historia de España, junto con la de su esposa, ante la gran noticia. Todo ello avalado por su profundo y riguroso conocimiento histórico de cuanto tiene relación con los Reyes Católicos, estando reconocido como uno de los más significativos especialistas en la cuestión, con prestigio a nivel internacional.

 "En el año 1482, los Reyes Católicos llegaron a Medina del Campo el día de San Blas, 3 de febrero, para una estancia larga, quizá hasta que naciera la infanta doña María, allá por el mes de junio. Sin embargo, apenas mes y medio después, hubieron de salir con precipitación hacia Andalucía, pues la sorpresiva toma de Alhama lo requería.

 Hay varias versiones, pero la más fidedigna es la de alguien que escribía desde el lugar de los hechos, Medina, donde se encontraba el día 13 de marzo de 1482 y que tomó información detallada en las mismas fuentes de palacio.

 Era Juan Bernard de Marimón, un catalán que ejercía como síndico, representante permanente de los Conselleres del Condado de Barcelona ante la Corte de los Reyes Católicos, soberanos de Aragón y Condado de Cataluña. En carta de su mano, contaba a los Conselleres cómo la gran noticia de la toma de Alhama había llegado a Medina del Campo a altas horas de la noche en manos de un correo que, remudando caballos y a todo galope, aporreaba las puertas de las Casas Reales con el sobresalto, que resultó ser noticia alegre, de todos sus moradores, y que por toda la ciudad se esparció la grata noticia.

 Tan pronto se levantó Marimón aquél día, como era usual entre los personajes de la Corte, acudió a la cámara del Rey cuando éste se vestía. Don Fernando al verle le dijo: “Mosén Johan, ¿qué os parece la noticia?”.

 A lo que el síndico catalán contestó: “Dios sea loado y ayude a Vuestras Altezas”.

 El Rey comentó: “Pero es preciso que yo parta hacia el lugar de la guerra y no podremos tratar de nuestros asuntos”.

 A lo que dijo el representante de los Conselleres:“Señor, yo seguiré a Vuestra Excelencia adonde quiera que sea, en cumplimiento de mi deber...”.

 Cuenta el síndico catalán que el rey, seguido de muchos nobles y caballeros, se dispone a emprender viaje hacia Córdoba mientras que la reina se dirigía primero a Toledo a fin de reclutar refuerzos. Se ha hecho, dice, en esta ciudad de Medina, una gran fiesta y grandes procesiones en todos los monasterios de ella y luego toda la villa en pleno, ha realizado una gran procesión general que terminó en la iglesia de Santiago donde los reyes, acompañados de todo el pueblo, han asistido a una misa de acción de gracias y de petición de favor al que es luz, patrón y espejo de las Españas.

 A modo de posdata dice a los Conselleres: “Acabo de saber que el conde de Cabra ha escrito al rey diciéndole cómo el rey de Granada vino a combatir a Alhama, pero se ha tenido que retirar porque los cristianos están muy fuertes y dispuestos a resistir. Acaban de salir de aquí cerca de dos mil lanceros que se unirán a otros cinco mil que les esperan en Andalucía...”

 Así nos narra el síndico catalán Juan Bernard de Marimón cómo recibieron los Reyes Católicos la noticia de la toma de Alhama en la primera quincena de marzo de 1482 y como don Fernando toma el camino de Andalucía.

  Paralelo a todo esto, ordenan los reyes que se disponga todo lo necesario para el socorro y el sostenimiento de Alhama, a la vez que, por vez primera, ponen de manifiesto su decidida voluntad de hacerse con todo el reino de Granada.



  Fue el propósito de don Fernando llegar a Alhama en el primer socorro, el que efectuó el duque de Medina Sidonia, el de finales de marzo, el "Abrazo de Alhama", pero debido a que éste estaba ya sobre Alhama, aguardó el retorno del mismo, tras la liberación de la ciudad, en La Rambla, pasando después a Córdoba a principios de abril e iniciando inmediatamente los preparativos especiales para un nuevo abastecimiento a Alhama.

 En la misma Córdoba, ya a mediados de abril, cuando recibe la noticia del nuevo y fuerte cerco de los granadinos a Alhama, lo que preocupa a don Fernando en gran medida, escribe lo siguiente: “... hoy miércoles de mañana, 17 de dicho mes, he tenido carta de Diego de Merlo y nueva cierta de cómo el rey de Granada, con toda la gente de acaballo y de pie y pertrechos, asentó cerco sobre la ciudad de Alhama este domingo pasado, que fue 14 de este mes, y tiene puesto cerco sobre ella, y con esta nueva abrevié mi partida y estaré esta semana en la ciudad de Écija, y desde allí, mediante la gracia de Dios, continuaré mi camino a descercar la dicha ciudad de Alhama, por ende es menester que cuando esta carta llegue, toda la dicha gente de caballo y de a pie que he mandado envíes con los dichos abastecimientos, parta de manera que a 26 de este mes, o a más tardar a 27 por la mañana, sean conmigo en el dicho Cantaril, donde yo asentaré real el 26 del dicho mes, y allí estaré hasta otro día, sábado, que será el 27, hasta medio día”. El rey Fernando pide más refuerzos a todos, “... Y porque después de esta escrita he sabido como sobre las dicha ciudad de Alhama se junta mucha gente y se creé que querrán esperar, por ende es menester y así lo mando, que allende de la gente que he descrito que enviéis, que toda la otra más gente de caballo y de a pie de esa ciudad venga con esa otra gente todavía para dicho término”, a la par envía otra conocida como «Carta de llamamiento general para decercar a Alhama», por la que ordena acelerar todos los preparativos, ya no tan sólo para abastecerla, sino también para socorrerla.

 Así, con una gran expedición, constituida por unos diecisiete mil hombres -siete mil de caballería y diez mil infantes- y con más de cuarenta mil bestias cargadas de abastecimientos para unos tres meses, el rey don Fernando entra en el reino granadino en la última semana de abril de 1482, encontrándose en Alhama el 29 de ese mes, aunque una misma carta del rey Fernando dice que llegó el último día de abril.

 Vino el Rey Católico, en esta su primera llegada a Alhama, acompañado de grandes señores de Castilla y Aragón, entre otros, del cardenal de España, don Pedro González de Mendoza, y del señor de Palma, Luís Fernández Puertocarrero, a quien dejaría de alcaide de la ciudad fortaleza, relevando a quien tanto contribuyó a la toma y conservación de la misma, Diego de Merlo, asistente de Sevilla.

 Ya en la fortaleza alhameña, don Fernando felicita a los defensores y les pone de manifiesto el decidido propósito de conservarla para Castilla y de continuar la guerra para “expulsar a los infieles de este reino”.

 El mismo cardenal de España, bendice las tres mezquitas principales de la ciudad convirtiéndolas en iglesias, con las advocaciones de Santa María de la Encarnación, la más importante de todas, San Miguel y la del Apóstol Santiago, depositando en ellas las imágenes y ornamentos que, por expreso deseo de la misma reina Isabel, se traían con este destino en la expedición.

 El rey Fernando parece ser que hubo de obtener una grata impresión de Alhama, a pesar de encontrarse la ciudad en tan difícil situación en el mismo corazón del reino de Granada. En alguna medida, se refleja esta sensación en la carta fechada el 15 de mayo, la número 544 del Tumbo de Sevilla, en la que dice “... la toma que ciertos caballeros nuestros súbditos y naturales hicieron de la ciudad de Alhama, la cual es una de las principales que son en el reino de Granada, y asentada en tal lugar que nuestras gentes que en ella están haciendo tantos daño a los moros que de todas las partes los tienen en aprieto”. Además que es quien la designa como ciudad, de lo que hablaremos oportunamente.



 Abandona el rey Alhama, dejándola bien provista de guarnición y vituallas y, regresando hacia Córdoba, pasa junto a Loja para observar como debía efectuarse el sitio de esta ciudad ya que, para asegurar el camino a Alhama, era necesario hacerse con Loja.

 Prácticamente a partir de estos mismos momentos, se produce aquel reparto de papeles que se dio entre Fernando e Isabel en relación con la guerra de Granada: el rey, en primera fila, llevaba a cabo la coordinación de los movimientos y daba las ordenes entre los grandes que se agrupaban ahora bajo sus ordenes; la reina, a la par, mantenía los ánimos, buscaba medios económicos y de todo orden, hablaba con capitanes y soldados e, incluso, ponía en marcha los primeros hospitales de campaña, los hospitales de sangre, denominados también "de la reina".

 En los primeros días de julio de aquel mismo año, se pone sitio a Loja, pero se hace tan mal que supone un gran desastre para los cristianos, que tienen que levantarlo precipitadamente, lo que dio una nueva moral de victoria a los musulmanes, los que vuelven sobre Alhama aquel mismo mes de julio.

 Entonces, como dice Fernando del Pulgar en su «Crónica de los Reyes Católicos»: «El Rey y la Reina, sabida la mengua de abastecimientos que había en Alhama y que el rey de Granada había venido sobre ella, luego tornaron a llamar justa seis mil hombres de acaballo y diez mil peones, con propósito de ir el rey en persona a socorrer a Alhama; y mandaron traer veinticinco mil bestias cargadas de vino y de las otras cosas necesarias para el proveimiento de aquella ciudad. Y como todas las cosas fueron prestas, el rey partió de Córdoba...».

 Al tener noticias de que se acerca don Fernando, Muley Hacén levanta el cerco, entrando en Alhama el rey castellano-aragonés el 22 de agosto de 1482, asentando su real en el «Cerro de los Baños», entregando el mando de la ciudad a don Luís Osorio, ya obispo electo de Jaén, y dejando como contador a Hernán Pérez del Pulgar, quien se convertiría en uno de los legendarios héroes de la guerra de Granada, permaneciendo años en Alhama.

 Una vez más, antes de abandonar la ciudad-fortaleza, lo que hace el 26 de agosto, don Fernando deja ésta bien guarnecida y aprovisionada para varios meses, con vistas a volver a este reino en la primavera siguiente, "... placiendo a nuestro señor, entendemos volver allá y entender en la conquista de aquel reino".

 Con el éxito de este nuevo socorro a Alhama, los cristianos recuperan en gran medida la moral perdida en el asedio a Loja y, los mismos reyes, antes de partir hacia Castilla, en septiembre de 1482, dejan establecido que en la siguiente primavera continuaría la guerra contra los musulmanes.

 Don Fernando vuelve a abastecer a Alhama en junio de 1483. Concretamente, el día 16 de este mes llega con una recua de treinta mil bestias y, en esta ocasión, deja al mando de la ciudad a don Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, con mil hombres de pie y de caballo.

 Y, así, volvería en otras ocasiones más para abastecer a Alhama, en los años sucesivos de la guerra de Granada, como sucede en julio de 1484, cuando llega a Alhama con una recua de cinco mil bestias, releva al conde de Tendilla por Gutierre de Padilla, clavero de Alcántara, y vuelve a Córdoba.

 Ya para entonces, como nos dice Fernández Álvarez, las hazañas de la guerra de Granada eran comentario de las grandes Cortes europeas, desde la vaticana de Roma hasta las de París, Londres y Lisboa. Se hablaba, con admiración, del nuevo rey-soldado, de aquel joven monarca de nombre Fernando, que a sus treinta y cuatro años cosechaba tales triunfos y destacaba como uno de los grandes capitanes de la Historia, así como un inigualable estratega en la guerra y en la política.



 Concluyamos estas palabras relacionando a Fernando el Católico con Alhama y la guerra de Granada, con la misma reflexión que se hace Manuel Fernández Álvarez: “La mayoría de las cartas en las que la corona proclama la gran victoria de la toma de Granada, tanto al extranjero (como la mandada a Roma), como a las diversas ciudades del reino (tal la enviada a León), están firmadas solo por el rey. Sin embargo, sabemos que Isabel fue la gran inspiradora, la que jamás se dio por vencida, la que siempre se mantuvo fiel a la idea de que había que mantener la guerra de Granada hasta el final. Por eso la pregunta es inexcusable: ¿que movió a Isabel a dejar todo el protagonismo a Fernando?.

 Una pregunta de difícil respuesta. Acaso porque, en definitiva, aquello había sido una guerra, y una guerra durísima, en la que el papel de Fernando, como rey-soldado y excepcional hombre de estado había sido decisivo”.

 Pero también por lo escrito por nuestro amigo Vidal González*, que bien sabe de todo esto, habiendo dedicado gran parte de lo mejor de su larga y fructífera vida al estudio e investigación sobre Isabel I de Castilla y de España:

 “Cuando faltaban días para su muerte, Isabel la Católica está preparando su testamento y a la vez que su encuentro con el Padre Eterno. Hace un parón en la redacción de esta pieza clave y dejando traslucir los sentimientos que lleva en el alma, se pregunta así misma cuál es el don más grande que Dios le ha hecho en su vida. Y contesta segura y agradecida: "El marido que Dios me ha dado”.

Andrés García Maldonado

* Tuve el honor de que me apadrinara en mi nombramiento de "Caballero de Honor de la Hispanidad", así como me presentara en la conferencia que, bajo el titulo "La toma de Alhama. De un hecho feudal a una cuestión de estado", pronuncie en Medina del Campo en noviembre de 2001, conmemorándose con la misma el aniversario de la muerte de Isabel la Católica. Lo que jamás dejaré de agradecerle.