Historia de la fuente y de la denominación “Del Cisne” del paseo

Historia



Probablemente, con toda seguridad debiera escribir, una persona “descabezada”, bien por naturaleza, bien por algo de esto y algunas copas de más, de muchas más, se ha permitido -que no atrevido, porque  ello nada conlleva de “valentía” ni siquiera negativa, si es que la hay por aquello del riesgo personal que puede suponer-, a lo mejor brotándole algún gen que lleva de “verdugo”, oficio que, por mucho que lo justifiquen, nunca he visto con un mínimo de buen ojo,  “cortarle” la cabeza al Cisne de la fuente del Paseo, como siempre se denominó a esta lugar desde que lo mandara realizar, al hermoso gusto francés, uno de los tres mejores alcaldes que ha tenido Alhama desde el transcurrir del siglo XIX, cuando los alcaldes comienzan como tales en su función y representación,  hasta nuestros días, Francisco de Toledo y Muñoz.


 El antes y el después de una salvajada

 Éste o éstos vándalos  -los vándalos fueron un antiguo pueblo germánico que invadió la España romana y se señaló en todo momento por el furor con el que destruían los monumentos que se encontraban a su paso-, como es lógico, ha hecho que muchos alhameños que lo desconocen, creo que la inmensa mayoría, ya es cuestión de edad, se preguntasen desde cuanto está la fuente ahí, en el Paseo como todos denominamos comúnmente este bello espacio de nuestra Alhama , y cuándo comenzó a llamarse del Cisne al mismo.

“ALHAMA, HISTÓRICA”
 Por  Andrés García Maldonado

 La fuente, y con ella su grupo escultórico, con nuestro Cisne, a la que pronto se le devolverá cabeza que, aunque de mármol probablemente, tendrá más “cerebro” que la del “verdugo” que ha cortado  la que poseía, va a cumplir en este otoño que se nos acerca la edad exacta de cincuenta y tres años.

 El paseo en 1961, tres años después de instalar la fuente

 Era el 30 de junio de 1958, cuando el entonces alcalde, Jerónimo Castillo Prados, exponía y proponía a la Corporación Municipal, estando presentes aquel día Francisco Castillo Morón, Eduardo Espejo Raya,  Fernando Castro Becerra, José Sánchez Pérez,, Antonio Ramos Vargas, Manuel Castro Morales, Emilio Fernández Castro, Salvador Espejo Guerrero, Fernando Aranda Rodríguez, Eduardo Raya Mijoler, todos ellos ya fallecidos, y Luis Morales Mijoler,  el proyecto para la construcción de una fuente en el centro del Paseo, su presupuesto y quien efectuaría su realización.

 La fuente se encargaría al escultor granadino Nicolás Prados López, quien ya había presentado un proyecto al efecto. El trabajo se realizaría en piedra gris de Loja, a gusto del escultor, aunque siguiéndose en todo momento el proyecto que se mostraba, aunque se podrían modificar aquellas líneas dentro de su arquitectura dadas en el plano original, si ello fuese necesario, para el mejor embellecimiento de la obra.

 Nicolás Prados López, nacido en 1913,  hijo del igualmente destacado escultor granadino Nicolás Prados Benítez, fallecido éste último doce años antes, en 1944. El realizador de la fuente se formó con su padre y en la Escuelas de Artes y Oficios de Granada y Almería. Más tarde ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Ya en 1941 recibe numerosos encargos para realizar  esculturas de pasos completos de Semana Santa para distintas capitales andaluzas. Es autor de obras escultóricas, como la Inmaculada de Loja y el monumento a Flemming. Destacó también por su obra pictórica, con grandes murales, repartidos hoy en día por Granada capital, la provincia y otros lugares de España.

 Volviendo a la realización de la fuente, se concretaba que la obra constaría de una taza en planta, con vertederos de agua a todo alrededor, según se recogía en el proyecto, despedazable todo ella en bloque labrados en mármol de referido tipo y  calidad. En su centro, en un pedestal hexagonal o cuadrado, igualmente realizad en piezas, descansaría un grupo escultórico que representaría a un cisne con dos figuras de niños. Como así fue.



 El grupo sería realizado por el mismo escultor Nicolás Prados López, no por nadie de su taller escultórico, el cual  sería reproducido en la llamada marmolina o nigarol, la que mayor confianza  le mostrase al escultor para su perduración a la intemperie, quedando a la completa libertad en la composición del mencionado grupo. Naturalmente, nadie se esperaba, ni siquiera más de cincuenta años después, que llegara algún que otro “vándalo” y le “cortase” la cabeza al bello cisne.

 Si no me falla la memoria, viví con muchos amigos de aquellos años y corta edad las obras necesarias para la colocación de la fuente. Las obras comenzaron tras la feria de septiembre, lógicamente, finales de septiembre ó primeros de octubre, y lo primero que se efectuó fue la excavación necesaria para la correspondiente cimentación.

 Mientras que los operarios realizaban “el gran agujero” para nosotros, chavales entre ocho a unos doce años de edad, por las tardes, más bien en aquel tiempo primeras horas de la noche, una vez cumplido el horario escolar y los albañiles ya, probablemente, tomándose su vaso de vino blanco en el Bodegón o cualquier otro bar alhameño, que tan justamente se habían ganado -siendo entonces tan injustamente  remunerados-, nosotros disfrutábamos jugando en el lugar y poniéndonos  todos “rebozados” de tierra hasta las mismísimas cejas, pero siendo inolvidables las “carreras de caballos” que improvisábamos a ver quien subía y baja más veces aquel “enorme hoyo” en medio del Paseo, donde días antes se situaba la banda de música del “Ave María” para dar sus conciertos feriales nocturnos.

 Jamás olvidaré que mi inolvidable amigo Tomás, con la fortaleza que tenía, con bastante menos peso que él y algún año menos también, conmigo como jinete solíamos ser los campeones. No muchos años después, en plena juventud, a pesar de aquella fortaleza y su siempre abierta e inolvidable sonrisa y ganas de broma, Tomás enfermó gravemente un día y murió al poco tiempo. Jamás le he olvidado, ni le olvidaré. Por eso, emocionalmente, recogerlo también aquí al recodar la construcción de la Fuente del Cisne pues no es bueno obviar lo que siempre ha estado presente en uno y, más aún, cuando algo de lo que hablas le da más calor al sentimiento.

 Se efectuaron los cimientos, llegaron las piezas que constituían la misma y, también con operarios del mismo escultor,  bajo la supervisión del mismo Nicolás Prados López,  comenzaron a agruparse las piezas, trabajando varios peones así como el equipo de fontanería del Ayuntamiento.

 Hasta el suelo de la misma fue dirigido por el escultor, quien aportó igualmente los correspondientes recortes de mármoles de distintas tonalidades para la confección de éste.

 Nicolás Prados López percibió por la realización de la fuente, así como por la dirección de las obras y trabajos de colocación, la cantidad de ochenta mil pesetas que, en aquellos años, era una cantidad económica muy respetable. Y la fuente estuvo concluida y en funcionamiento antes de la Navidad de 1958, suponiendo, sin lugar a dudas, un gran embellecimiento más para nuestro entonces denominado por todos “Paseo”, cuando más se le decía “Paseo de Arriba”, para distinguirlo del de “Abajo”, la actual Carrera de Francisco de Toledo, que entonces se denominaba Paseo del Sagrado Corazón de Jesús.

 Con el transcurso de los años, me he preguntado: ¿Por qué no se situó la conocida Pila de la Carrera en el Paseo cuando en 1952 se trasladó a su actual ubicación desde la  actual puerta de lo que fue Mercado Municipal? ¿Lo impidió sus dimensiones y la necesidad de la misma para dar de beber a los animales? ¿Pudo llevarse a cabo un nuevo pilón en dónde hoy se encuentra la Pila de la Carrera para resolver éste problema?  Quien dispuso este traslado de esta última al lugar donde se encuentra, a mi parecer, quitaba protagonismo a la Pila de la Carrera y a lo que ésta significaba y significa, en homenaje y reconocimiento a Francisco de Toledo y Muñoz por parte de la Sociedad Económica de Amigos del País de Alhama. ¿Hubiese quedado mejor en el Paseo adecuadamente colocada ó era demasiado grande para ello? ¿Hubo otro motivo para no situarla en el Paseo Central? Oportunamente hablaremos de esto y plantearé mi teoría que, en nada, va en relación a cuestiones de espacio y sí de posible vieja actitud personal y política. Claro está, solo es una opinión más, eso sí fundamentada por distintas razones y hechos.

 Durante los años siguientes, mientras la fuente sí se denominaba del Cisne, el Paseo seguía siendo eso, también como para muchos alhameños ahora cuando hacemos referencia al mismo, “El Paseo”, y todos entendemos qué lugar es, sin tener que indicar del Cisne. Así, en los mismos programas de feria,  cuando se hablaba donde se desarrollaba tal o cual acto concreto, especialmente los conciertos de la Banda de Música,  se indicaba “en el Paseo” y, cuando más, hablándose por ejemplo de la Caseta Recreativa, se situaba así “...en el Paseo,  juanto a la Fuente del Cisne”.



 En el programa de feria de 1964, siendo teniente-alcalde presidente de la Comisión de Fiestas mi entrañable amigo Antonio Pastor Fernández, cuando se habla sobre  la retreta floreada que recorrerá las principales calles, cosa curiosa, como conclusión de las fiestas, a las doce de la noche del día 13 de septiembre, se escribe  “...terminando en el paseo del Cisne. Gran Traca y  Trueno “triste””, aquél año, porque lo permitió el calendario, fue quizás el año con la feria de septiembre más larga, ya que, como siempre, comenzó puntualmente el día 8.

 No se volvió a designar más al Paseo como del Cisne, se siguió llamando a secas “Paseo” en todos los programas de feria, escritos y referencias. Tres años después de esto, cuando comenzamos a organizar el II Festival de la Canción de Alhama, constituyendo su Comité Organizador Antonio Ramos Espejo, Antonio Moreno Cabello, Cristóbal Velasco Delgado, Francisco López Castillo, Francisco Castillo Romero, Manuel Quesada Gonzáles y quien estas líneas escribe, propuse que los carteles no podían salir por toda la comarca y ya por poblaciones de Granada y Málaga -habíamos dado el lema al Festival, convertido ya en interprovincial, de “Alhama, Puente entre Granada y Málaga”- indicando simplemente como lugar de celebración “El Paseo”, por lo que propuse que lo denominásemos por nuestra parte “Paseo del Cisne” que tan bien sonaba y era realmente bonito y poético nombre, la unanimidad fue la repuesta. Lo comenté con el entonces alcalde, Pepe Gómez Pérez, igualmente entrañable amigo, y como siempre, con el ánimo y apoyo que siempre me dio, me dijo que adelante, que le parecía excelente idea.

 Fue manteniendo esta denominación y lo cierto, tengo que obtener los datos desde cuando es oficial -aprobada como corresponde por el Ayuntamiento Pleno- esta denominación de Paseo del Cisne para nuestro siempre inolvidable, hermoso y atractivo Paseo, en el que han quedado, y para siempre, tantos recuerdos y emociones vividas a lo largo de tantas décadas por cada uno de los alhameños, desde nuestra infancia. Recuerdos y vivencias profundamente sentidas en nuestra niñez, juventud y madurez que, en modo alguno, jamás podrán ser “descabezadas” por uno o varios vándalos por mucho que se lo propongan.