Necesitamos más payasos



Pongo payasos como ejemplo de profesión útil y necesaria para el bien común,pero podría haber puesto médicos, personal sanitario en general, cuidadores de personas dependientes o músicos.

 El tipo de profesiones que hacen un trabajo importante y muy necesario, que junto al de barrenderos y basureros hacen que se pueda vivir en un ambiente saneado. Para que ese saneamiento sea completo, se necesitarían también más policías, más jueces, más fiscales, más funcionarios de justicia y todo el personal necesario para investigar y penar las conductas que atentan contra el general bienestar de la ciudadanía, que, fundamentalmente, suelen ser enriquecimientos ilícitos por vía de apropiación de los dineros públicos. Es ingente la cantidad de gente que desea dejar de trabajar y entregarse a la holganza, previa acumulación de un capital importante, no hace falta que sea de origen lícito, para entregarse a aficiones tales como la caza mayor en países exóticos o la navegación en yates por paraísos fiscales y aguas paradisíacas. No cito ningún nombre concreto pero los hay a derecha y a izquierda, se mire donde se mire.

 Y sin embargo suele ser ese tipo de gente presta a enriquecerse con desprecio de la ley y la ética, la que más suele insistir en lo que se da en llamar “la cultura del trabajo”, los que aconsejan a los demás un trabajo duro, arduo, tenaz y un esfuerzo constante para llegar a ser “algo en la vida”. No llegamos en esta España mayoritariamente católica (al menos culturalmente) a los excesos de los lugares en los que se impusieron las ideas de Calvino, pero si es cierto que el trabajo está muy bien visto entre nosotros y la holganza es algo censurable, al menos hablando en términos generales. Y esto crea un conflicto que es el de que hay mucha gente que quiere trabajar, o que necesita trabajar para poder vivir una vida digna y se encuentra con que el salario que percibe a cambio de su sudor es insuficiente para vivir, simplemente para vivir con cierta dignidad, para comer cada día, vestir decorosamente y encender la calefacción cuando hace falta. Se da la paradoja de que en una cultura en la cual el trabajo se valora mucho, se paga muy poco. Sea este este el trabajo de menestrales o de gente de cuello blanco, (personal sanitario, personal docente, etc) el caso es que se paga poco por el trabajo.

 Y esto nos lleva a otro problema que es el de que como salario y cotizaciones a la Seguridad Social andan de la mano, también se cotiza poco, con las consecuencias de sobra sabidas de déficit en los ingresos de la misma.

 Se intenta afrontar el problema del paro de forma poco inteligente, desde mi punto de vista: todo lo que no sea reconocer abiertamente que en la sociedad en la que ahora vivimos no hay trabajo para todos, está condenado al fracaso. Las nuevas tecnologías hacen que cada vez se necesiten menos personas para hacer los trabajos que hay que hacer, y no es que sobren personas, aquí no sobra nadie, ni que sobren maquinas, el trabajo hay que hacerlo, Lo que toca es reconocer esa realidad de la falta de trabajo, de un trabajo que sea a la vez sustentador de la vida económica de quien lo ejerce y que colme sus aspiraciones de hacer algo útil con su vida laboral, es decir de un trabajo digno y de calidad., reconocer esa realidad y actuar en consecuencia. Que tampoco yo sé qué es lo que hay que hacer para resolver el problema de la gente desocupada, pero lo que si es evidente es que por la vías que hasta ahora se están recorriendo, vamos cada vez peor, por mucho que las cifras oficiales digan otra cosa.

 Tal vez en lugar de destinar recursos a intentar formar a gente para empleos que no va a conseguir , sería mejor intentar formarla para trabajos que sí son necesarios y educar a la sociedad, desde ahora mismo en las escuelas para , sin dejar de fomentar el trabajo como actividad trasformadora de la realidad necesaria, pensar también en una sociedad en la que cada vez más gente con más tiempo libre va a necesitar ocupar su ocio con actividades que vayan más allá del consumo compulsivo de televisión. Hacen falta payasos que pongan risas, músicos que pongan melodía, ritmo y armonía a nuestras vidas, gente que escriba historias, gente que las cuente y las interprete... Para quien piense que esto es utópico, sé bien que lo es, pero cada uno pide a los mensajeros de la ilusión para el año que está a punto de llegar lo que quiere y mi deseo para este 2017 que esta ahí mismo, es una sociedad en la que el trabajo se valore menos y se pague más y en la que haya muchos más payasos profesionales que políticos que nos irriten. Así sea.