Reflexiones del buen soldado Sveik



 “En la lucha contra las bestias hay que tener cuidado en no convertirse en bestia uno mismo, si tu mirada se dirige sólo hacia el abismo, el abismo acaba por infiltrarse en ti” (Nietzsche)

 Confieso sentir la seducción del abismo, el fácil dejarse deslizar por la vida igual que una hoja impulsada por el viento; que sea el viento el que me lleve y me conduzca a dónde dicte su capricho. Eludir toda responsabilidad, evitar todo esfuerzo, dejar que todo siga tal como está sin otro compromiso que dejar pasar el tiempo y languidecer, tal vez rodeado decadentemente de libros, de música, de sueños y esperanzas...Me miran acusadoramente las pilas de libros por ordenar, los muchos discos por oír, esa colección de música popular irlandesa que compré hace años, por ejemplo. O simplemente estar sentado con toda la atención puesta en ese estar sentado, con plena conciencia de estar sentado. Dejar pasar el tiempo. Confieso sentir la seducción de dejarme arrastrar por el río de la historia, que a todos nos ha de conducir al mar del olvido. Sería fácil, sería lo más fácil; de hecho no hay nada más fácil que no hacer nada. Ni nada más sabio que la inacción, “actúa sin actuar, ocúpate en no ocuparte en nada” dice el libro del Dao y, efectivamente quien nada hace en nada yerra. Confieso que apetezco el sentir que mi conciencia se hace una con el todo, que alcanzo ese instante de plenitud en el que ya no hay dudas ni vacilaciones, en el que ya no hay respuestas, porque tampoco hay preguntas y todo es como es por qué así estaba escrito desde el inicio del estallido inicial en el que tiempo y espacio surgieron. Tiempo, dejar pasar el tiempo, y nada más, apenas nada más que dejar pasar el tiempo sosegadamente.

 No sé si podría acallar mi conciencia, esa voz interior que dialoga conmigo por las noches y que es bastante cabrona, que me recuerda mis fallos y errores y que nunca tiene una palabra amable, que para eso ya está mi ego, ese que intenta convencerme de que soy un tío estupendo. Por si acaso no lo voy a intentar. Hay cosas que hay que hacer porque hay que hacerlas para que cuando se hagan, estén hechas en el momento en el que se han hecho (¿a qué parezco el que le escribe los discursos a Rajoy?) y otras que no se pueden hacer y no se deben hacer porque si se hacen están mal hechas de cualquier forma que se hagan, porque las cosas malas que se hacen son malas aunque se hagan bien, y cuanto más bien se hagan, más malamente están hechas.

 Pero de cualquier forma en que se mire incluso no hacer nada ya es hacer algo, no tomar una decisión ya es tomar una decisión y cruzarse de brazos es la típica decisión que siempre, en todo caso, en cualquier situación y bajo cualquier circunstancia, beneficia al poder establecido. A no ser que te llames Bartlevy y seas escribiente o, como el personaje, lleves ese cruzarse de brazos a sus últimas consecuencias: Dejar de producir y dejar de consumir, pero es una opción que lleva a una victoria más que pírrica y con un final bastante desagradable. Ni yo ni Sveik la aconsejamos en ningún caso. De modo que si no hago nada beneficio a quien a mí me perjudica con lo cual se da el caso de que mi inacción redunda en perjuicio mío. Desde ese punto de vista, incluso Sveik coincide conmigo en que en tal caso es mucho mejor hacer algo que no hacer nada, porque a fin de cuentas a la voz del abismo interior es muy difícil callarla y si para dormir tranquilo hay que renunciar a esa vida sosegada y carente de sobresaltos del que sólo hace lo imprescindible para vivir día a día (Aquí Sveik, que las ha pasado muy putas me aclara que ese hacer lo imprescindible para vivir día a día a veces es sumamente desagradable , casi siempre implica hacer cosas que preteriríamos no hacer, pero que hay que hacer, y yo, que se lo que es levantarse a las seis de la mañana para irse en busca de un pico y una pala, le doy la razón), digamos como decíamos que si para dormir tranquilo en paz con la propia conciencia hay que tomar decisiones y llevarlas a cabo, y ese llevarlas a cabo implica sacrificar alguna comodidad y ocio, algún momento de relax y descanso, lo haremos, al menos, yo, Sveik no lo tiene tan claro, pero ya lo convenceré.

 De modo y manera que si hay que hacer lo que hay que hacer para al menos dormir con la conciencia tranquila, lo haremos de igual modo que otros, Mariano Rajoy, sin ir más lejos, hará lo que tenga que hacer para ganar las elecciones (me dice Sveik que sus palabras fueron “cambiaremos en el partido y en el gobierno lo que haya que cambiar para ganar las elecciones), ¡qué puntilloso que estás hoy, Sveik, coño!