Siesta



 Como habitante de un rincón del sur de Europa soy un decidido partidario de la siesta, máxime en esta época veraniega en la que sólo hay una buena razón para estar en la calle después de comer: Que estés trabajando.

 Fuera de esto, en las horas que siguen a las de la comida, lo más sensato es permanecer en una habitación en penumbra y fresquita con la ropa imprescindible que se considere oportuna y entregado a las delicias de la siesta, que según los últimos estudios, además, es buena para la salud. Cosa que siempre hemos sospechado los andaluces, y mediterráneos en general antes de que sesudas investigaciones ratificasen lo que siempre ha sido evidente.

 Sobre el modo de dormir la siesta hay opiniones para todos los gustos, inmediatamente después de comer, tras esperar algún tiempo; siesta corta, siesta larga... yo ante esto me pronuncio claramente y sin ambigüedades: Cada cual debe dormirla según sus gustos y apetencias.

 Pero pasado el tiempo de la siesta, el mundo está rodeándonos, pletórico de placeres y disgustos, trabajos y ocios que reclaman nuestra atención. Gozar del Verano Cultural en Alhama de Granada, de sus lugares de recreo y diversión, de sus terrazas, piscinas y otros lugares en los que moderar los rigores de la canícula, por ejemplo. Actividades que no están reñidas con una atenta vigilancia y denuncia ante los excesos y errores de quienes nos gobiernan.

 No hay que confundir el tiempo de la siesta con un adormecimiento general, con una modorra nacional que quienes nos mandan con evidente desgobierno y escasa eficacia aprovechan para seguir recortando derechos, servicios y bienes públicos, que la empresa privada apetece.

 Tras la siesta, insisto el mundo está ahí, por todas partes y hay mucho por leer, estudiar, denunciar, reclamar y exigir. Porque no es verdad que no haya dinero para pagar los servicios públicos: El sindicato de Técnicos del Ministerio de hacienda, Gestha, publica en su página web frecuentemente informaciones de las que se deduce claramente que otra forma de hacer las cosas es posible, que se pueden obtener fondos sin necesidad de que paguemos los de siempre. Y no hablo de calderilla, hablo de más de 63.000 millones de euros anuales.

 Pero para eso el gobierno debería ponerse a trabajar y meter mano a las grandes fortunas, a la economía sumergida, y a las grandes empresas. Pero es mucho más cómodo exprimir a los pensionistas, dependientes, funcionarios y parados y seguir durmiendo la siesta.

 Como ellos no quieren despertar, debemos despertarlos nosotros, pero para eso, también debemos estar despiertos.