Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, de exquisita formación humanística y militar, fue, ha sido y será un alcaide de verdadera leyenda para Alhama y la Historia. Y no tan sólo por la idea del “papel moneda”, que casi es anecdótica, aunque con enorme proyección y relevancia para nuestra ciudad.
Luis Fernández Portocarrero, otro excepcional personaje para nuestra Historia. Culto, con formación renacentista y una interesante obra literaria. El más joven alcaide de Alhama, demostró sus dotes para la guerra y para la oratoria, pronunciando una arenga en Alhama para descontentos y asustadizos que ha pasado a la Historia.
Participó y fue decisivo en la elección de Alhama para ser atacada. Igualmente en la de su defensa y conservación. Destacó entre los heroicos e históricos caballeros relacionados con la ciudad y fue su primer alcaide. Los Reyes Católicos siempre reconocieron y destacaron su ejemplar lealtad y probada valentía.
Numerosas poblaciones de España se disputan su nacimiento. A los madrileños se les llama “gatos” por él. Todo comenzó por el heroico asalto a Alhama. Su histórica participación en la guerra de Granada está en la Leyenda.
Aquella noche de la batalla “Tenebrosa”, como se denominó a la de la pérdida de Alhama, él se encontraba fuera, con permiso real, en las bodas de su hermana. Hubo de sufrir por la pérdida de toda su familia y de la plaza, de la que era su alcaide. Muley Hacén consideró que no había sabido guardar bien tan preciada ciudad-fortaleza, por lo que mandó cortarle la cabeza. Este fue el triste sino del último alcaide moro alhameño.
La decisión del ataque a Alhama en febrero de 1482, como desquite por el asalto musulmán a Zahara, así como la de su conservación para Castilla, la tomó don Rodrigo Ponce de León, compartiéndola con el asistente de Sevilla, don Diego de Merlo, así nuestra ciudad entraba en la Historia y hasta en la Leyenda.
La conservación de Alhama a toda costa, acudiendo a ella reiteradamente para socorrerla y abastecerla, con los primeros años de la guerra de Granada, hicieron que Fernando el Católico, V de Castilla y España y II de Aragón, además de quedar históricamente vinculado con nuestra ciudad, se convirtiese en el admirado y renombrado rey-soldado de la época y de la Historia.
Hace años, bastantes, ya escribimos en varias ocasiones de Muley-Hacén en relación a su histórica e importante relación con Alhama, como se ha reflejado en la serie “Isabel”. Su pérdida al ser conquistada por los cristianos fue, en definitiva, el inicio de su fin como sultán de Granada. Sus reiterados intentos por recuperarla supusieron una verdadera desesperación para él. El valor de los que la defendieron, contra tan duras arremetidas por parte de las tropas granadinas, quedaba para siempre reflejado en las tres escalas que los Reyes Católicos situaron en el escudo de armas que dieron a tan preciada, por ambas partes, ciudad-fortaleza.
La mezquita mayor de Alhama, cumpliéndose el mandato de Isabel la Católica, fue consagrada y se puso bajo la advocación de Santa María de la Encarnación, como ya estaba previsto antes de ser conquistada la ciudad, desde cuando tuvo noticia de la violenta discusión entre su embajador y aquel abencerraje que manifestó que "María no quedó virgen tras parir a Jesús".
Era tal el significado y afecto que la gran reina Isabel la Católica le tenía a Alhama que, siempre que tuvo oportunidad para ello, bien lo puso en evidencia. Así cuando organiza la Hacienda privada del Príncipe de Asturias, su amado hijo Juan, incluye a Alhama entre las ciudades de la misma.